PRACTICANDO
EL
PODER DEL AHORA
ENSEÑANZAS,
MEDITACIONES Y EJERCICIOS ESENCIALES
EXTRAÍDOS
DE “EL PODER DEL AHORA”
ECKHART
TOLLE
La
libertad comienza cuando te das cuenta
de
que no eres «el pensador».
En
el momento en que empiezas a observar al pensador,
se
activa un nivel de conciencia superior.
Entonces
te das cuenta de que hay un vasto reino
de
inteligencia más allá del pensamiento,
y
de que el pensamiento
sólo
es una pequeña parte de esa inteligencia.
También
te das cuenta de que todas las cosas
verdaderamente
importantes
—la
belleza, el amor, la creatividad,
la
alegría, la paz interna—
surgen
de más allá de la mente.
Empiezas
a despertar.
Un
camino hacia la realización espiritual
«Quizá solamente
una vez cada diez años, incluso una vez cada generación, surge un libro como El
Poder del Ahora. Hay en él una energía vital que casi se puede sentir
cuando uno lo toma en sus manos. Tiene el poder de hacer que los lectores vivan
una experiencia y cambien su vida para bien.»
Marc
Alien,
autor
de El Arte de vivir el tantra
y
Visionary Business
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN,
por Eckhart Tolle
PRIMERA
PARTE
ACCEDER
AL PODER DEL AHORA
CAPÍTULO UNO
Ser e iluminación
CAPÍTULO DOS
El origen del
miedo
CAPÍTULO TRES
Accede al poder
del ahora
CAPÍTULO CUATRO
La disolución de
la inconsciencia
CAPÍTULO CINCO
La belleza surge
en la quietud de tu presencia
SEGUNDA
PARTE
LAS
RELACIONES COMO PRÁCTICA ESPIRITUAL
CAPÍTULO SEIS
Disolver el
cuerpo-dolor
CAPÍTULO SIETE
De las relaciones
adictivas a las relaciones iluminadas
TERCERA
PARTE
ACEPTACIÓN
Y RENDICIÓN
CAPÍTULO OCHO
La aceptación del
ahora
CAPÍTULO NUEVE
Transformar la enfermedad y el sufrimiento
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
POR
ECKHART TOLLE
Desde su primera
publicación, en 1997, El poder del ahora ha impactado sobre la
conciencia colectiva del planeta mucho más de lo que jamás me hubiese
imaginado. Ha sido traducido a quince idiomas, y diariamente recibo cartas de
todas partes del mundo en las que los lectores me cuentan que sus vidas
realmente han cambiado con las enseñanzas del libro.
A pesar de que
los efectos de la locura de la mente egotista siguen siendo visibles por todas
partes, algo nuevo está surgiendo. Hasta ahora, nunca ha habido tantas personas
preparadas para deshacerse de los modelos mentales colectivos que desde tiempos
inmemoriales han vinculado a la humanidad con el sufrimiento. Un nuevo estado
de conciencia está surgiendo. ¡Ya hemos sufrido bastante! Incluso está
emergiendo de tu interior en este mismo momento, mientras coges el libro entre tus
manos y lees estas líneas que hablan de la posibilidad de vivir una vida
liberada en la que ni te haces sufrir a ti mismo ni a los demás.
Muchos de los
lectores que se pusieron en contacto conmigo me comunicaron su deseo de que los
aspectos prácticos de las enseñanzas contenidas en El poder del ahora fuesen
presentados en un formato más accesible, para poder utilizarlos a diario. Ese
pedido se convirtió en el motor que impulsó este libro.
No obstante,
además de los ejercicios y las prácticas, esta obra también contiene una
selección de pasajes del libro original que permiten recordar algunos de sus
conceptos e ideas, y que espero se convierta en el manual que os ayude a
incorporar tales nociones en vuestra vida cotidiana.
Muchos de esos
fragmentos son particularmente adecuados para la lectura meditativa. Cuando
practicas la lectura meditativa no lees con el fin de recopilar nueva info rmación, sino para entrar en un estado de
conciencia diferente a medida que lees. Esta es la razón por la cual puedes
repasar el mismo pasaje una y otra vez, y en cada ocasión sentirlo fresco y
novedoso. Sólo las palabras que fueron escritas o pronunciadas en un estado de
presencia poseen ese poder transformador, que es el poder de despertar la
presencia en el lector.
Es preferible que
leas estos párrafos lentamente. En muchas ocasiones desearás hacer una pausa
para reflexionar en silencio, reposadamente; en otras, sencillamente, quizá
prefieras abrir el libro al azar y leer algunas líneas.
Aquellos lectores
que se sintieron intimidados o abrumados por El poder del ahora encontrarán
también en esta obra una introducción a la transformación de la conciencia
humana.
ECKHART
TOLLE,
9
de julio de 2001
PRIMERA
PARTE
ACCEDER AL PODER
DEL AHORA
Cuando
tu conciencia
se
dirige hacia fuera,
surgen
la mente y el mundo.
Cuando
se dirige hacia dentro,
alcanza
su propia Fuente
y
regresa a casa, a lo No Manifestado.
CAPÍTULO UNO
SER E ILUMINACIÓN
Más allá de la
miríada de formas de vida que están sujetas al nacimiento y a la muerte existe
la Vida Una, eterna y omnipresente. Muchas personas utilizan la palabra Dios
para describirla, pero yo suelo llamarla Ser. La palabra Ser no
explica nada, pero la palabra Dios tampoco. Ser, no obstante, tiene la ventaja
de ser un concepto abierto. No reduce el infinito invisible a una entidad
finita. Es imposible formarse una imagen mental del Ser, y nadie puede
pretender su posesión exclusiva. Es tu esencia misma; puedes acceder a ella
inmediatamente como el sentimiento de tu propia presencia.
Por eso sólo hay
un pequeño paso entre la palabra Ser y la experiencia del Ser.
EL SER NO SÓLO ES TRASCENDENTE; TAMBIÉN IMPREGNA PROFUNDAMENTE cada forma, y su
esencia es invisible e indestructible. Esto significa que ahora mismo puedes
acceder al Ser porque es tu identidad más profunda, tu verdadera naturaleza.
Pero no trates de aferrarlo con la mente. No trates de entenderlo.
Sólo puedes
conocerlo dejando la mente en silencio. Cuando estás presente, cuando tu
atención está plena e intensamente en el ahora, puedes sentir el Ser, pero
nunca podrás entenderlo mentalmente.
La iluminación es
recuperar la conciencia del Ser y residir en ese estado de
«sensación-realización».
La palabra iluminación
suscita la idea de un logro sobrehumano, y al ego le gusta que sea así; pero
no es más que tu estado natural en el que sientes la unidad con el Ser. Es un
estado de conexión con algo inconmensurable e indestructible, con algo que es
esencialmente tú, y sin embargo es mucho mayor que tú. Es encontrar tu
verdadera naturaleza más allá del nombre y de la forma.
La incapacidad de
sentir esta conexión crea la ilusión de que estás separado de ti mismo y del
mundo que te rodea. Entonces te percibes, consciente o inconscientemente, como
un fragmento aislado. Surge el miedo, y los conflictos internos y externos
pasan a ser la norma.
El mayor
obstáculo para experimentar la realidad de tu conexión es la identificación con
la mente, que hace que el pensamiento se vuelva compulsivo. Ser incapaz de
dejar de pensar es una enfermedad terrible, pero no nos damos cuenta de ella
porque casi todo el mundo la sufre y se considera algo normal. Este ruido
mental incesante te impide encontrar el reino de quietud interior que es
inseparable del Ser. También crea un falso yo fabricado por la mente, que lanza
una sombra de miedo y sufrimiento.
La identificación
con la mente produce una pantalla opaca de conceptos, etiquetas, imágenes,
palabras, juicios y definiciones que bloquean toda verdadera relación. Esa
pantalla se interpone entre tú y tú mismo, entre tú y tu prójimo, entre tú y la
naturaleza, entre tú y Dios; crea la ilusión de separación, la ilusión de que
tú y el «otro» estáis totalmente separados. Entonces te olvidas del hecho
esencial de que, debajo del nivel de las apariencias físicas y de las formas
separadas, eres uno con todo lo que es.
La mente es un instrumento soberbio si
se usa correctamente. Sin embargo, si se usa de forma in-apropiada, se vuelve
muy destructiva. Para decirlo con más precisión, no se trata tanto de que usas
la mente equivocadamente: por lo general no la usas en absoluto, sino que ella
te usa a ti. Ésa es la enfermedad. Crees que tú eres tu mente. Ese es el
engaño. El instrumento se ha apoderado de ti.
Es como si
estuvieras poseído sin saberlo, y crees que la entidad posesora eres tú.
LA LIBERTAD COMIENZA cuando te das cuenta de que no eres la
entidad posesora, el pensador. Saberlo te permite examinar la entidad. En el
momento en que empiezas a observar al pensador, se activa un nivel de
conciencia superior.
Entonces empiezas
a darte cuenta de que hay un vasto reino de inteligencia más allá del
pensamiento, y de que el pensamiento sólo es una pequeña parte de esa
inteligencia. También te das cuenta de que todas las cosas verdaderamente
importantes —la belleza, el amor, la creatividad, la alegría, la paz interna—
surgen de más allá de la mente.
Empiezas a
despertar.
LIBÉRATE DE TU
MENTE
La buena nueva es
que puedes liberarte de tu mente, que es la única verdadera liberación. Y
puedes dar el primer paso ahora mismo.
EMPIEZA POR ESCUCHAR LA VOZ QUE HABLA DENTRO DE TU CABEZA, y hazlo tan
frecuentemente como puedas. Presta una atención especial a cualquier patrón de
pensamiento repetitivo, a esos viejos discos de gramófono que pueden haber
estado dando vueltas en tu cabeza durante años.
Esto es lo que
llamo «observar al pensador», que es otra manera de decir: escucha la voz
dentro de tu cabeza, mantente allí como presencia que atestigua.
Cuando escuches
la voz, hazlo imparcialmente. Es decir, no juzgues. No juzgues ni condenes lo
que oyes, porque eso significaría que la misma voz ha vuelto a entrar por la
puerta de atrás.
Pronto te darás
cuenta de esto: la voz está allí y yo estoy aquí, observándola. Esta
comprensión Yo soy, esta sensación de tu propia presencia, no es un
pensamiento. Surge de más allá de la mente.
Así, cuando
escuchas un pensamiento, no sólo eres consciente del pensamiento, sino también
de ti mismo como testigo del pensamiento. Ha hecho su aparición una nueva
dimensión de conciencia.
CUANDO ESCUCHAS EL PENSAMIENTO, sientes como si
hubiera una presencia consciente —tu yo profundo— por debajo o detrás de él. De
este modo el pensamiento pierde su poder sobre ti y se disuelve rápidamente,
porque ya no energetizas tu mente mediante la identificación con ella. Es el
principio del fin del pensamiento compulsivo e involuntario.
Cuando el
pensamiento se aquieta, experimentas una discontinuidad en la corriente mental,
una brecha de «no-mente». Al principio las brechas serán cortas, tal vez duren
unos segundos, pero gradualmente se irán prolongando. Cuando ocurren estas
discontinuidades, sientes cierta quietud y paz dentro de ti. Es el principio
del estado natural de sentirte unido al Ser, generalmente nublado por la mente.
Con la práctica,
la sensación de quietud y de paz
se va ahondando. De hecho, esa profundidad no tiene fin. También sentirás una
sutil emanación de alegría elevándose desde lo más hondo de ti: la alegría de
Ser.
En este estado de
conexión interna estás mucho más alerta, más despierto que en el estado de
identificación mental. Estás plenamente presente. Y también se eleva la
frecuencia vibratoria del campo energético que da vida al cuerpo físico.
A medida que
profundizas en este reino de la no-mente, como a veces se le denomina en
Oriente, vas alcanzando el estado de conciencia pura. En ese estado sientes tu
propia presencia con tal intensidad y alegría que, en comparación, todo
pensamiento, toda emoción, tu cuerpo físico y todo el mundo externo se vuelven
relativamente insignificantes. Sin embargo, no es un estado de egoísmo, sino de
desprendimiento y generosidad. Te lleva más allá de lo que pensabas que era «tu
identidad». Esa presencia es esencialmente tú, y al mismo tiempo es
inconcebiblemente mayor que tú.
EN LUGAR DE «OBSERVAR AL PENSADOR», también puedes
crear una apertura en la corriente mental por el simple hecho de dirigir el
foco de tu atención al ahora. Basta con que te hagas intensamente consciente
del momento presente.
Esto es algo por demás satisfactorio.
De este modo retiras la conciencia de tu actividad mental y creas una brecha
sin mente en la que estás muy alerta y consciente, pero no piensas. Ésta es la
esencia de la meditación.
En TU VIDA COTIDIANA puedes practicar esto tomando cualquier
actividad rutinaria, que habitualmente sólo es un medio para un fin, y darle
toda tu atención para que se convierta en un fin en sí misma.
Por ejemplo, cada
vez que subas o bajes las escaleras en tu casa o en tu puesto de trabajo,
presta mucha atención a cada escalón, a cada movimiento, incluso a tu
respiración. Mantente totalmente presente.
O cuando te laves las manos, presta
atención a todas las percepciones sensoriales asociadas con esa actividad: el
sonido y la sensación del agua, el movimiento de tus manos, el aroma del jabón,
etc.
O cuando entres
en tu coche, después de cerrar la puerta, detente durante unos segundos y
observa el flujo de tu respiración. Toma conciencia de una silenciosa pero
intensa sensación de presencia.
Hay un criterio
que te permite medir el éxito logrado en esta práctica: el grado de paz que
sientas en tu interior.
El paso más vital
en tu camino hacia la iluminación es éste: aprende a no identificarte con tu
mente. Cada vez que creas una apertura en el flujo mental, la luz de tu
conciencia se fortalece.
Puede que un día
te sorprendas sonriendo a la voz que suena en tu cabeza como sonreirías a las
travesuras de un niño. Esto significa que has dejado de tomarte el contenido de
tu mente tan en serio, y que tu sentido de identidad ya no depende de él.
ILUMINACIÓN:
ELEVARSE POR ENCIMA DEL PENSAMIENTO
A medida que uno
crece, va formándose una imagen mental de sí mismo basada en su
condicionamiento personal y cultural. A este yo fantasma lo llamamos ego. El ego
es tu actividad mental y sólo puede funcionar mediante el pensamiento
constante. El término ego tiene distinto significado según se trate de
una persona u otra, pero cuando lo uso aquí me refiero al falso yo, creado por
una identificación inconsciente con la mente.
Para el ego, el
momento presente apenas existe. Sólo considera importantes el pasado y el
futuro. Esta inversión total de la verdad explica por qué, en la modalidad ego,
la mente es tan disfuncional. Siempre está tratando de mantener el pasado vivo,
porque ¿quién serías sin él? Y se proyecta constantemente hacia el futuro para
asegurarse la supervivencia y buscar en él una sensación de liberación o
satisfacción. Dice: «Algún día, cuando haya ocurrido esto, lo otro o lo de más
allá, estaré bien, en paz, seré feliz.»
Incluso cuando
parece que el ego está en el presente, no ve el presente: lo percibe
equivocadamente porque lo mira con los ojos del pasado. O reduce el presente a
ser un medio para un fin, un fin que siempre reside en el futuro proyectado por
la mente. Observa tu mente y comprobarás que funciona así.
El momento
presente contiene la clave de la liberación, pero no puedes encontrar el
momento presente mientras seas tu mente.
Alcanzar la
iluminación significa elevarse por encima del pensamiento. En el estado de
iluminación sigues usando la mente cuando la necesitas, pero de un modo mucho
más enfocado y eficaz que antes. La empleas principalmente con fines prácticos,
pero eres libre del diálogo interno involuntario, y
vives en la quietud interior.
Cuando empleas la
mente, y en particular cuando necesitas dar una solución creativa a algo, vas
oscilando cada pocos minutos entre la mente y la quietud, entre la mente y la
no-mente. La no-mente es conciencia sin pensamiento. Sólo la no-mente permite
pensar creativamente, porque da al pensamiento un poder real. El pensamiento
por sí solo, desconectado del vasto campo de la conciencia, se convierte
rápidamente en algo estéril, insano, destructivo.
EMOCIÓN: LA REACCIÓN DEL CUERPO A LA
MENTE
La mente, tal
como yo uso la palabra, no es únicamente el pensamiento. Incluye también las
emociones y las pautas de reacción inconscientes, tanto mentales como
emocionales. La emoción surge en el punto donde cuerpo y mente se encuentran.
Es la reacción del cuerpo a la mente o, dicho de otra forma, el reflejo de la
mente en el cuerpo.
Cuanto más te identificas con el
pensamiento, con lo que te gusta o disgusta, con tus juicios e
interpretaciones, es decir, cuanto menos presente estás como conciencia
observante, más fuerte es la carga de energía emocional, seas consciente de
ella o no. Si no puedes sentir tus emociones, si estás desconectado de ellas,
acabarás sintiéndolas a un nivel puramente físico, como un problema o síntoma
físico.
Si TE ES
DIFÍCIL SENTIR TUS EMOCIONES, empieza por enfocar la atención en el
campo energético interno de tu cuerpo. Siente el cuerpo desde dentro. Así
estarás en contacto con tus emociones.
Si realmente
quieres conocer tu mente, el cuerpo siempre te dará un reflejo fiel; por tanto,
observa la emoción o, más bien, siéntela en tu cuerpo. Si existe un conflicto
aparente entre ambos, el pensamiento es el que miente y la emoción dice la
verdad. No la verdad última de tu identidad real, sino la verdad relativa de tu
estado mental en ese momento.
Es posible que
aún no puedas hacer consciente la actividad de tu mente inconsciente en forma
de pensamientos, pero siempre se reflejará
en el cuerpo como una emoción, de la que sí puedes tomar conciencia.
Observar una
emoción es básicamente igual que escuchar u observar un pensamiento, tal como
he descrito el proceso anteriormente. La única diferencia es que, mientras el
pensamiento está en tu cabeza, la emoción tiene un fuerte componente físico, de
modo que se siente principalmente en el cuerpo. Puedes dejar que la emoción
esté ahí sin ser controlado por ella. Ya no eres la emoción; eres el
observador, la presencia que mira.
Si practicas así,
todo lo que es inconsciente en ti saldrá a la luz de la conciencia.
ADQUIERE EL HÁBITO DE PREGUNTARTE: ¿Qué está pasando
dentro de mí en este momento? Esa pregunta te orientará en la dirección
correcta. Pero no analices, simplemente observa. Enfoca tu atención hacia
dentro. Siente la energía de la emoción.
Si no hay ninguna
emoción presente, lleva la atención más profundamente al campo energético de tu
cuerpo. Es el pasadizo hacia el Ser.
CAPÍTULO DOS
EL ORIGEN DEL MIEDO
El estado de miedo psicológico está
divorciado de cualquier peligro real e inmediato. Puede adoptar diversas
formas: desazón, preocupación, ansiedad, nervios, tensión, temor, fobia, etc.
El miedo psicológico del que hablamos siempre se refiere a algo que podría
ocurrir, no a algo que ya está ocurriendo. Tú estás en el aquí y ahora,
mientras que tu mente está en el futuro. Esto crea una brecha de ansiedad. Y si
te has identificado con tu mente y has perdido el poder y la simplicidad del ahora,
esa brecha de ansiedad será tu constante compañera. Siempre puedes afrontar el
momento presente, pero no puedes afrontar algo que sólo es una proyección
mental; no puedes afrontar el futuro.
Además, mientras
sigas identificándote con tu mente, el ego dirigirá tu vida. Debido a su
naturaleza fantasmal, y a pesar de sus elaborados mecanismos de defensa, el ego
es muy vulnerable e inseguro, y se siente amenazado constantemente. Por cierto,
esto sigue siendo verdadero aunque externamente esté muy seguro. Ahora bien,
recuerda que una emoción es la reacción del cuerpo a la mente. ¿Qué mensaje
recibe continuamente el cuerpo desde el ego, desde ese falso yo fabricado por
la mente?: peligro, estoy amenazado. ¿Y qué emoción genera este mensaje
continuo?: miedo, por supuesto.
El miedo parece
tener muchas causas: miedo a la pérdida, miedo al fracaso, miedo a que nos
hieran, y así sucesivamente; pero, en definitiva, todos los miedos pueden
resumirse en el miedo del ego a la muerte, a la aniquilación. Para el ego, la
muerte siempre está a la vuelta de la esquina. En este estado de identificación
con la mente, el miedo a la muerte afecta a todos los aspectos de tu vida.
Por ejemplo, algo
tan aparentemente trivial y «normal» como la necesidad compulsiva de tener
razón en una discusión y demostrar que el otro está equivocado —defender la
posición mental con la que te has identificado— se debe al miedo a la muerte.
Si te identificas con una posición mental y resulta que estás equivocado, tu
sentido de identidad, basado en la mente, se sentirá bajo una seria amenaza de
aniquilación. Por tanto, tú, como ego, no puedes permitirte estar equivocado.
Equivocarse es morir. Esto ha motivado muchas guerras y ha causado la ruptura
de innumerables relaciones.
Cuando dejas de
identificarte con la mente, el hecho de tener razón o estar equivocado es
indiferente para tu sentido de identidad; de modo que esa necesidad compulsiva,
apremiante y profundamente inconsciente de tener razón, que es una forma de
violencia, deja de estar presente. Puedes expresar cómo te sientes y lo que
piensas con claridad y firmeza, pero tal expresión no estará teñida de
agresividad ni actitud defensiva. Tu sentido de identidad deriva entonces de un
lugar más profundo y verdadero dentro de ti, no de la mente.
OBSERVA CUALQUIER ACTITUD DEFENSIVA que surja en ti.
¿Qué estás defendiendo?: una identidad ilusoria, una imagen mental, una entidad
ficticia. Haciendo consciente este patrón y observándolo, puedes romper la
identificación con él. El patrón inconsciente comenzará a disolverse
rápidamente a la luz de tu conciencia.
Este es el final
de todas las discusiones y juegos de poder, que son tan corrosivos para las
relaciones. El poder sobre los demás es debilidad disfrazada de fuerza. El
verdadero poder está dentro, y está a tu disposición ahora.
La mente siempre trata de negar el
ahora y de escapar de él. En otras palabras: cuanto más te identificas con tu
mente, más sufres. O puedes decirlo de este otro modo: cuanto más capaz seas de
valorar y aceptar el ahora, más libre estarás del dolor y del sufrimiento, más
libre de la mente egotista.
Si no deseas
crear más dolor para ti mismo ni para los demás, si no quieres añadir más dolor
al residuo del pasado que aún vive en ti, no crees más tiempo, o crea el
imprescindible para gestionar los aspectos prácticos de la vida. ¿Cómo dejar de
crear tiempo?
DATE CUENTA INEQUÍVOCAMENTE DE QUE EL MOMENTO PRESENTE es lo único que
tienes. Haz del ahora el centro fundamental de tu vida. Si antes vivías en el tiempo y hacías breves visitas al ahora, establece tu residencia habitual en el ahora y haz breves
visitas al pasado y al futuro cuando tengas que resolver los asuntos prácticos
de tu vida.
Di siempre «sí»
al momento presente.
ACABA CON LA
ILUSIÓN DEL TIEMPO
La clave es ésta:
acaba con la ilusión del tiempo. Tiempo y mente son inseparables. Retira el
tiempo de la mente y ésta se para, a menos que elijas usarla.
Estar
identificado con la mente es estar atrapado en el tiempo: vives de forma
compulsiva y, casi exclusivamente, mediante el recuerdo y la anticipación. Esto
produce una preocupación interminable por el pasado y el futuro, y una falta de
disposición a honrar y reconocer el momento presente y permitir que sea. La
compulsión surge porque el pasado te da una identidad y el futuro contiene una
promesa de salvación, de una realización de algún tipo. Ambas son ilusiones.
Cuanto más te
enfocas en el tiempo —pasado y futuro— más pierdes el ahora, lo más precioso
que hay.
¿Por qué es lo
más precioso? En primer lugar, porque es lo único que hay. Es todo lo que hay.
El eterno presente es el espacio dentro del que se despliega tu vida, el único
factor que permanece constante. La vida es ahora. No ha habido nunca un momento
en que tu vida no fuera ahora, ni lo habrá jamás. En segundo lugar, el ahora es
el único punto que puede llevarte más allá de los limitados
confines de la mente. Es tu único punto de acceso al reino info rme e intemporal del Ser.
¿Has
experimentado, hecho, pensado o sentido algo fuera del momento presente?
¿Piensas que lo harás alguna vez? ¿Es posible que algo ocurra o sea fuera del
ahora? La respuesta es evidente, ¿no es cierto?
Nada ocurrió
nunca en el pasado; ocurrió en el ahora. Nada ocurrirá nunca en el futuro;
ocurrirá en el ahora.
La esencia de lo
que estoy diciendo aquí no puede entenderse mentalmente. En el momento que lo
entiendes, se produce un cambio de conciencia de la mente al Ser, del tiempo a
la presencia. De repente, todo se vivifica, irradia energía, emana
Ser.
CAPÍTULO TRES
ACCEDE AL PODER DEL AHORA
Las dimensiones
intemporales están acompañadas por otro tipo de conocimiento, un conocimiento
que no «mata» el espíritu que habita en cada criatura y en cada cosa. Un
conocimiento que no destruye la sacralidad y el misterio de la vida, sino que
muestra un profundo amor y reverencia por todo lo que es. Un conocimiento del
que la mente no sabe nada.
ROMPE LA VIEJA
ESTRUCTURA
de resistencia al momento presente, de negación del presente. Convierte en
práctica el hecho de retirar la atención que prestas al pasado y al futuro
cuando no sean necesarios. Sal de la dimensión temporal lo más posible en tu
vida cotidiana.
Si te resulta
difícil entrar directamente en el ahora, comienza observando tu habitual
tendencia mental a escapar de él. Observarás que el futuro suele imaginarse
como mejor o peor que el presente. Si el futuro imaginario es mejor, te da
esperanza o expectativas placenteras. Si es peor, crea ansiedad. Ambas son
ilusorias.
La
auto-observación permite la entrada automática de más presencia en tu vida. En el
momento de darte cuenta de que no estás presente, estás presente. En cuanto
eres capaz de observar tu mente, ya no estás atrapado en ella. Ha entrado en
juego otro factor que no es mental: la presencia del testigo.
Mantente presente
como observador de tu mente, de tus pensamientos y emociones, así como de tus
reacciones a las diversas situaciones. Interésate al menos tanto por tus
reacciones como por la situación o persona que te hace reaccionar.
Nota también
cuántas veces tu atención se va al pasado o al futuro. No juzgues ni analices
lo que observas.
Contempla el pensamiento, siente la emoción, observa la reacción. No las
conviertas en un problema personal. Entonces sentirás algo más poderoso que
cualquiera de las cosas observadas: la presencia misma, serena y observante,
que está detrás de tus contenidos mentales; el observador silencioso.
Se necesita una
intensa presencia cuando ciertas situaciones provocan una reacción muy cargada
de emoción, como cuando tu auto-imagen se ve amenazada, cuando te topas con un
desafío existencial que te da miedo, cuando las cosas «van mal» o surge un
complejo emocional del pasado. En todos estos casos, tiendes a volverte
«inconsciente». La reacción o la emoción se apodera de ti: te «conviertes» en
ella. Eres el actor que la representa. Te justificas, acusas al otro, atacas,
te defiendes..., pero no eres tú: es una pauta reactiva, es la mente en su
modalidad habitual de supervivencia.
La identificación
con la mente da a ésta más energía; la observación de la mente le quita
fuerzas. La identificación con la mente crea más tiempo; la observación de la
mente te abre a las dimensiones intemporales. La energía retirada de la mente
se convierte en presencia. Si puedes sentir lo que significa estar presente,
resulta mucho más fácil elegir salir de la dimensión temporal —cuando no
necesitas el tiempo por motivos prácticos— y entrar profundamente en el ahora.
Esto no reduce tu
capacidad de usar el tiempo —pasado o futuro— cuando tienes que referirte a él
por alguna causa concreta. Tampoco reduce tu capacidad de usar tu mente; de
hecho, la aumenta.
Cuando utilices
la mente, ésta será más aguda, estará más enfocada.
El principal foco
de atención de la persona iluminada está siempre en el ahora, aunque sigue
manteniendo una conciencia periférica del tiempo. En otras palabras: continúa
usando el tiempo del reloj, pero es libre del tiempo psicológico.
ABANDONA EL
TIEMPO PSICOLÓGICO
Aprende a usar el
tiempo en los aspectos prácticos de tu vida —podemos denominarlo el «tiempo del
reloj»—, pero regresa inmediatamente a la conciencia del presente cuando esos
asuntos prácticos estén resueltos. Así no habrá una acumulación de «tiempo
psicológico», que es la identificación con el pasado y la continua proyección
compulsiva hacia el futuro.
Si te marcas un
objetivo y avanzas hacia él, estás usando el tiempo del reloj. Eres consciente
de adonde quieres ir, pero valoras y das la máxima atención al paso que estás
dando en este momento. Si te centras excesivamente en el objetivo, quizá porque
estás buscando la felicidad, la realización, o completar tu sentido de
identidad, dejas de honrar el ahora. Entonces se queda reducido a un simple
paso intermedio sin valor intrínseco que te permite acceder al futuro. El
tiempo del reloj se convierte en tiempo psicológico. Tu camino de vida deja de
ser una aventura y se reduce a una necesidad obsesiva de llegar, de alcanzar,
de «lograrlo». Dejas de mirar y de oler las flores que están a los lados del
camino y dejas de interesarte por la belleza y el milagro de la vida que se
desarrolla a tu alrededor cuando estás presente en el ahora.
¿Estás siempre
tratando de llegar a otro lugar distinto de donde estás? ¿Son la mayoría de tus
acciones sólo un medio para conseguir un fin? ¿Pospones siempre la satisfacción
o la reduces a breves placeres como el sexo, la comida, la bebida, las drogas o
las emociones intensas y la excitación? ¿Estás siempre centrado en conseguir,
alcanzar y llegar a ser, o, alternativamente, estás siempre buscando una nueva
emoción o placer? ¿Crees que si adquieres más cosas te sentirás más realizado,
serás lo suficientemente bueno o estarás psicológicamente completo? ¿Esperas
que un hombre o una mujer dé sentido a tu vida?
En el estado de
conciencia normal, es decir, no iluminado, el poder y el infinito potencial
creativo que residen en el ahora quedan totalmente oscurecidos por el tiempo
psicológico. Tu vida pierde la cualidad vibrante, la frescura, la maravilla.
Las viejas pautas de pensamiento, emoción, conducta, reacción y deseo se
expresan en acciones absolutamente repetitivas; son un guión mental que te da
una especie de identidad, pero distorsiona o encubre la realidad del ahora. A
continuación la mente crea una obsesión en la que el futuro sirve para escapar
de un presente insatisfactorio.
Lo que percibes
como futuro es parte intrínseca de tu estado de conciencia ahora. Si tu mente
lleva una pesada carga del pasado, experimentarás más de lo mismo. El pasado se
perpetúa a sí mismo por la falta de presencia. La calidad de tu conciencia en
este momento es lo que conforma el futuro, que, por supuesto, sólo puede ser
experimentado como el ahora.
Y si la calidad
de tu conciencia en este momento es lo que determina el futuro, ¿qué determina
la calidad de tu conciencia? El grado de presencia que tengas. Por tanto, el
único lugar donde puede ocurrir el verdadero cambio y donde puede disolverse el
pasado es el ahora.
Quizá te cueste
reconocer que el tiempo es la causa de tus sufrimientos y de tus problemas.
Crees que están causados por situaciones específicas de tu vida, y desde el
punto de vista convencional eso es verdad. Pero hasta que no enfrentas la
disfunción fundamental de la mente —su apego al pasado y al futuro y su
negación del ahora—, en realidad los problemas son intercambiables.
Si hoy
desaparecieran milagrosamente de tu vida todas las causas de sufrimiento o
infelicidad, pero no estuvieras más presente, más consciente, pronto te
encontrarías con una serie de problemas similares, como una sombra que sigue
tus pasos. En último término sólo hay un problema: la mente ligada al tiempo.
En el tiempo no
hay salvación. No puedes ser libre en el futuro.
LA PRESENCIA ES
LA LLAVE
de la libertad, de modo que sólo puedes ser libre ahora.
ENCUENTRA LA VIDA
SUBYACENTE EN TU SITUACIÓN DE VIDA
En lugar de
hablar de tu «vida» deberías ser más preciso y hablar de tu «situación de
vida», que está hecha de tiempo psicológico: pasado y futuro. Ciertas cosas del
pasado no fueron como deseabas. Aún sigues resistiéndote a lo ocurrido en el
pasado, y ahora te estás resistiendo a lo que es. Lo que te hace seguir
adelante es la esperanza, pero la esperanza hace que estés enfocado en el
futuro, y ese enfoque permanente perpetúa tu negación del ahora y, por tanto,
tu infelicidad.
OLVÍDATE DE TU
SITUACIÓN DE VIDA durante un tiempo
y presta atención a tu vida.
Tu situación de
vida existe en el tiempo. Tu vida es ahora.
Tu situación de
vida es un asunto mental. Tu vida es real.
Encuentra la
«puerta estrecha que conduce a la vida». Se llama el ahora. Reduce el ámbito de
tu vida a este momento. Tu situación de vida puede estar llena de problemas
—como lo están la mayoría de ellas—, pero averigua si tienes algún problema en
este momento. No mañana, ni dentro de diez minutos, sino ahora. ¿Tienes un
problema ahora?
Cuando estás
lleno de problemas no hay espacio para que pueda entrar nada nuevo, no hay
lugar para una solución. Por eso, cuando puedas, date espacio, crea el espacio
que te permita encontrar la corriente de vida que subyace a tu situación de
vida.
EMPLEA TUS SENTIDOS PLENAMENTE
Trata de estar
donde estás. Mira a tu alrededor. Simplemente mira, sin interpretar. Observa la
luz, las formas, los colores, las
texturas. Sé consciente de la presencia silenciosa de cada cosa. Sé consciente
del espacio que permite que cada cosa sea.
Escucha los
sonidos; no los juzgues. Escucha el silencio debajo de los sonidos. Toca algo,
cualquier cosa, y siente y reconoce su Ser.
Observa el ritmo
de tu respiración; siente cómo fluye el aire dentro y fuera, siente la energía
de vida dentro de tu cuerpo. Permite que todo sea, tanto dentro como fuera.
Permite y reconoce la «cualidad» de las cosas. Entra profundamente en el ahora.
Estás dejando
atrás el mundo mortecino de la abstracción mental, del tiempo. Estás saliendo
de la mente alocada que agota tu energía de vida, del mismo modo que está
envenenando y destruyendo la Tierra. Estás despertando del sueño del tiempo al
presente.
TODOS LOS
PROBLEMAS SON ILUSIONES MENTALES
CENTRA TU
ATENCIÓN EN EL AHORA y dime qué problema tienes en este momento.
No me estás dando
ninguna respuesta porque es imposible tener un problema cuando tu atención está
plenamente en el ahora. Hay una situación que tiene que ser afrontada o
aceptada, eso sí. Pero ¿por qué convertirla en un problema?
Inconscientemente,
a la mente le encantan los problemas porque te dan cierta identidad. Es algo
normal; y es una locura. «Tener un problema» significa dar vueltas mentalmente
a una situación sin tener verdadera intención o posibilidad de hacer algo
respecto ahora. Inconscientemente estás haciendo del problema parte de tu
identidad. Acabas sintiéndote tan agobiado por tu situación de vida que pierdes
la sensación de la vida, del Ser. O llevas en tu mente la pesada carga de un
centenar de cosas que tendrás que hacer en el futuro, en lugar de centrar tu
atención en lo único que puedes hacer ahora.
CUANDO CREAS UN
PROBLEMA,
creas dolor. Basta con hacer una simple elección, con tomar una simple
decisión: pase lo que pase, no generaré más dolor para mí mismo. No me crearé
más problemas.
Aunque es una
elección simple, también es muy radical. No podrás tomar esa decisión a menos
que estés realmente muy harto de sufrir y consideres que ya has tenido
suficiente. Pero tampoco podrás mantenerla a menos que hayas accedido al. poder
del ahora. Si no generas más dolor para ti mismo, tampoco lo generarás para los
demás. Y tampoco contaminarás la hermosa Tierra, tu espacio interno, ni el
psiquismo colectivo con la negatividad de los problemas.
Si surge una
situación que tienes que afrontar ahora, la acción surgida de tu conciencia del
momento presente será clara e incisiva. También es más probable que sea
efectiva. No será una reacción surgida de tu condicionamiento mental previo,
sino una respuesta intuitiva a la situación. En ciertos casos en los que la mente
ligada al tiempo reaccionaría, te parecerá más eficaz no hacer nada y
simplemente permanecerás centrado en el ahora.
LA ALEGRÍA DE SER
Para notar si te
has dejado atrapar por el tiempo psicológico, puedes usar un criterio muy
simple.
PREGÚNTATE: ¿Hay alegría,
fluidez y ligereza en lo que estoy haciendo? Si no la hay, es que el tiempo
encubre el momento presente y percibes la vida como una carga o como un
esfuerzo.
Si no hay alegría, fluidez o ligereza
en lo que haces, eso no significa necesariamente que tengas que cambiar lo que
haces. A veces, simplemente, basta con cambiar la manera de hacerlo. El «cómo»
siempre es más importante que el «qué». Trata de conceder mucha más atención a
lo que haces que al resultado que esperas obtener. Centra toda tu atención en
lo que el momento te ofrezca. Esto implica aceptar plenamente lo que es, porque
no puedes conceder toda tu atención a algo y al mismo tiempo resistirte a ello.
En cuanto honras
el momento presente, toda infelicidad y esfuerzo se disuelven, y la vida
empieza a fluir con alegría y suavidad. Si tus actos surgen de la conciencia
del momento presente, cualquier cosa que hagas, hasta la acción más simple,
quedará impregnada de calidad, cuidado y amor.
NO TE PREOCUPES POR EL FRUTO DE TUS
ACCIONES: mantente
atento a la acción misma. El fruto ya vendrá cuando corresponda. Ésta es una
práctica espiritual muy poderosa.
Cuando cesa el
esfuerzo compulsivo por alejarse del ahora, la alegría de Ser fluye en todo lo
que haces. En cuanto tu atención se orienta hacia el ahora, sientes una
presencia, una quietud, una paz. Ya no dependes del futuro para conseguir la
satisfacción o la realización; no buscas en él la salvación. Por tanto, no te
apegas a los resultados. Ni el éxito ni el fracaso pueden cambiar el estado de tu
Ser interno. Has encontrado la vida subyacente en tu situación de vida.
En ausencia del
tiempo psicológico, tu sentido de identidad procede del Ser, no de tu pasado
personal. Y así la necesidad psicológica de convertirte en algo distinto de lo
que eres deja de presionar. En el mundo, en lo relativo a tu situación de vida,
puedes hacerte rico, adquirir conocimientos, tener éxito, liberarte de esto o
de aquello, pero en las dimensiones profundas del Ser ya eres completo y total
ahora.
EL ESTADO INTEMPORAL DE CONCIENCIA
Cuando cada
célula de tu cuerpo esté tan presente que vibre de vida, y cuando puedas sentir
esa vida en cada momento como la alegría de Ser, entonces puedes decir que te
has liberado del tiempo.
Liberarse del
tiempo es liberarse de la necesidad psicológica del pasado para tener una
identidad; y del futuro, para hallar la realización. Representa la
transformación de conciencia más profunda que se pueda imaginar.
CUANDO HAS OBTENIDO LOS PRIMEROS ATISBOS DEL ESTADO INTEMPORAL DE CONCIENCIA, empieza un ir y venir entre la dimensión temporal y la
presencia. Empiezas por darte cuenta de que tu conciencia raras veces está
verdaderamente en el ahora. Pero saber que no estás presente es ya un gran
éxito: ese saber es presencia, aunque al principio sólo dure unos segundos de
reloj antes de que vuelvas a perderla.
A continuación, y
cada vez con más frecuencia, eliges enfocar la conciencia en el momento
presente más que en el pasado o en el futuro, y al darte cuenta de que has
perdido el ahora, eres capaz de permanecer en él no sólo un par de segundos,
sino periodos más largos, tal como se perciben desde la perspectiva externa del
tiempo del reloj.
Así, antes de
establecerte firmemente en el estado de presencia, es decir, antes de poder ser
plenamente consciente, pasas un tiempo yendo y viniendo entre la conciencia y
la inconsciencia, entre el estado de presencia y el estado de identificación
con la mente. Pierdes el ahora y vuelves a él, una y otra vez, hasta que
finalmente la presencia se convierte en tu estado predominante.
CAPITULO CUATRO
LA DISOLUCIÓN DE LA INCONSCIENCIA
Es fundamental
que lleves más conciencia a tu vida en las situaciones ordinarias, cuando todo
va relativamente bien. Así irá creciendo el poder de tu presencia, que genera
en ti y a tu alrededor un campo de alta frecuencia vibratoria. Ninguna
inconsciencia ni negatividad, ninguna discordia o violencia podrán entrar en
ese campo y sobrevivir, del mismo modo que la oscuridad no puede sobrevivir en
presencia de la luz.
Cuando aprendes a ser testigo de tus
pensamientos y emociones, que es parte esencial del estar presente, te
sorprende el ruido de fondo de la inconsciencia ordinaria y te das cuenta de
que muy pocas veces te sientes verdaderamente cómodo contigo mismo, si es que
te ocurre alguna vez.
A nivel mental, encontrarás abundantes
resistencias en forma de juicios, descontento y proyecciones mentales que te
alejan del ahora. A nivel emocional, notarás una corriente subterránea de
incomodidad, tensión, aburrimiento o nervios. Todos estos contenidos son
aspectos de la mente en su habitual modalidad de resistencia.
OBSERVA LOS DIVERSOS MODOS EN QUE LA INTRANQUILIDAD, el descontento y
la tensión surgen en ti como consecuencia de juicios innecesarios, resistencias
a lo que es y la negación del ahora. Lo inconsciente se disuelve cuando lo
iluminas con la luz de la conciencia.
Cuando aprendas a
disolver la inconsciencia ordinaria, la luz de tu propia presencia brillará con
fulgor, y será más fácil afrontar la inconsciencia profunda cuando sientas su
atracción magnética. Sin embargo, puede que la inconsciencia ordinaria no
resulte fácil de detectar, porque es muy común.
ACOSTÚMBRATE A HACER UN SEGUIMIENTO DE TU ESTADO EMOCIONAL Y
MENTAL
mediante la auto-observación.
Una buena
pregunta que podrías plantearte frecuentemente es: «¿Estoy relajado en este
momento?»
O también puedes
indagar: «¿Qué está ocurriendo dentro de mí en este instante?»
Interésate al
menos tanto por lo que ocurre dentro de ti como por lo que pasa fuera. Si
consigues que lo de dentro esté bien, lo de fuera encajará en su lugar. La
realidad primaria está dentro; la secundaria, fuera.
Y NO TE RESPONDAS
A ESTAS PREGUNTAS INMEDIATAMENTE. Dirige tu atención hacia dentro. Mira dentro de
ti.
¿Qué tipo de
pensamientos está produciendo tu mente? ¿Qué sientes?
Dirige tu
atención al cuerpo. ¿Notas alguna tensión?
Cuando detectes
cierto nivel de incomodidad, el ruido de fondo, observa cómo estás evitando,
resistiéndote o negando la vida por negar el ahora.
Hay muchas
maneras de resistirse inconscientemente al momento presente. Con la práctica
aumentará tu poder de auto-observación, tu capacidad de hacer un seguimiento de
tu estado interno.
DONDEQUIERA QUE ESTÉS, MANTENTE
PLENAMENTE PRESENTE
¿Estás estresado?
¿Estás tan agitado tratando de llegar al futuro que el presente queda reducido
a un medio para alcanzarlo? Lo que causa tensión es estar «aquí» queriendo
estar «allí», o estar en el presente queriendo estar en el futuro. Es una
disyuntiva que te desgarra por dentro.
¿Te absorbe mucha
atención el pasado? ¿Sueles hablar de él y pensar en él positiva o
negativamente? ¿Piensas en los grandes logros que has alcanzado, en tus
aventuras y experiencias, o en tu historial de víctima y en las cosas horribles
que te sucedieron? ¿O quizá piensas en lo que tú hiciste a otra persona?
¿Qué crean tus
pensamientos: culpa, orgullo, resentimiento, ira, lamentos, autocompasión...?
Entonces, además de reforzar un falso sentido de identidad, estás ayudando a
acelerar el proceso de envejecimiento de tu cuerpo produciendo una acumulación
de pasado en tu psique. Verifícalo por ti mismo observando a las personas
cercanas que tengan una fuerte tendencia a aferrarse al pasado.
HAZ MORIR EL
PASADO CADA MOMENTO. No lo necesitas. Refiérete a él sólo cuando
sea absolutamente relevante para el presente. Siente el poder de este momento y
la plenitud del Ser. Siente tu presencia.
¿Estás
preocupado? ¿Sueles pensar mucho en «lo que pasaría si...»? Entonces estás
identificado con tu mente, que se proyecta en una imaginaria situación futura y
genera miedo. No hay modo de poder afrontar esa situación, porque no existe. Es
un fantasma mental.
Sin embargo,
puedes parar esa locura que corroe la salud y la vida volviendo a tomar
conciencia del momento presente.
SIENTE TU
RESPIRACIÓN.
Siente el aire que fluye dentro y fuera de tu cuerpo. Siente tu campo de
energía interna. Lo único que tienes que afrontar, con lo que tienes que lidiar
en la vida real —en oposición a las proyecciones mentales imaginarias—, es este
momento.
Pregúntate qué
«problema» tienes ahora mismo, no el año próximo, mañana o dentro de cinco
minutos. ¿Qué está mal en este momento?
Siempre puedes
lidiar con el ahora, pero nunca podrás lidiar con el futuro, y tampoco tienes
que hacerlo. La respuesta, la fuerza, la acción justa o el recurso estarán allí
cuando los necesites, no antes ni después.
¿Estás
acostumbrado a «esperar»? ¿Pasas buena parte de tu vida esperando? Para mí,
«esperar a pequeña escala» es esperar en la cola de correos, en un atasco de
tráfico, en el aeropuerto, esperar a que llegue alguien o hasta acabar un
trabajo. «Esperar a gran escala» es esperar a las próximas vacaciones, a tener
un trabajo mejor, a que crezcan los niños, a establecer una relación
significativa, a triunfar, a hacer dinero, a ser importante, a iluminarte. Es
bastante común que la gente se pase toda la vida esperando para empezar a
vivir.
La espera es un
estado mental. Significa básicamente que quieres el futuro y no quieres el
presente. No quieres lo que tienes y quieres lo que no tienes. Cuando esperas
estás creando un conflicto inconsciente entre tu aquí y ahora —el lugar donde
no quieres estar— y el futuro proyectado —el lugar donde quieres estar—. Esto
reduce mucho tu calidad de vida, obligándote a perder el presente.
Por ejemplo, mucha
gente espera que le llegue la prosperidad, pero ésta no puede llegar en el
futuro. Cuando honras, reconoces y aceptas plenamente tu realidad presente
—dónde estás, quién eres y lo que estás haciendo ahora mismo—; cuando aceptas
plenamente aquello de lo que dispones, entonces agradeces lo que tienes,
agradeces lo que es, agradeces Ser. La verdadera prosperidad es sentirse
agradecido por el momento presente y por la plenitud de la vida ahora mismo. No
puede llegar en el futuro. Más adelante, con el tiempo, esa prosperidad se
manifestará de diversas formas.
Si estás
insatisfecho con lo que tienes, o incluso frustrado o enfadado por tus
carencias actuales, eso puede motivarte a hacerte rico; pero, aunque acumules
millones, seguirás sintiendo la carencia interna, y en el fondo continuarás
estando insatisfecho. Puede que hayas tenido muchas experiencias interesantes
de las que pueden comprarse con dinero, pero las experiencias van y vienen, y
siempre te dejarán con una sensación de vacío, necesitado de nuevas gratificaciones
físicas o psicológicas. No habitarás en el Ser, sintiendo la plenitud de la
vida ahora, que es la única prosperidad verdadera.
RENUNCIA A LA ESPERA COMO UN ESTADO MENTAL.
Cuando te
sorprendas cayendo en el estado de espera... sal de inmediato. Ven al momento
presente. Simplemente sé y disfruta siendo. Si estás presente no tienes ninguna
necesidad de esperar.
Así, la próxima
vez que alguien te diga: «Siento haberte hecho esperar», puedes responder: «No
te preocupes. No estaba esperando. Simplemente estaba aquí, disfrutando,
contento de estar conmigo mismo.»
Éstas son algunas
de las estrategias mentales para negar el momento presente que forman parte de
nuestra inconsciencia ordinaria. Resulta fácil pasarlas por alto porque son
parte de la vida cotidiana: el ruido de fondo del descontento perpetuo. Pero
cuanto más te dediques a hacer un seguimiento de tu estado interno emocional y
mental, antes sabrás que te has dejado atrapar en el pasado o en el futuro, es
decir, en la inconsciencia, y más rápido despertarás del sueño del tiempo al
presente.
Pero ten cuidado:
el falso yo infeliz, basado en la identificación con la mente, vive en el
tiempo. Él sabe perfectamente que el momento presente supone su muerte y se
siente amenazado. Hará todo lo que pueda por sacarte del ahora. Intentará
mantenerte atrapado en el tiempo.
En cierto
sentido, el estado de presencia puede ser comparado a una espera. Se trata de
un tipo de espera completamente distinto que requiere que estés plenamente
alerta. Algo podría ocurrir en cualquier momento, y si no estás absolutamente
alerta, absolutamente en calma, te lo vas a perder. En ese estado, toda tu
atención está en el ahora. No te queda nada de atención para soñar despierto,
pensar, recordar, anticipar. En esa espera no hay tensión ni miedo; sólo una
presencia alerta. Estás presente con todo tu Ser, con cada célula de tu cuerpo.
En ese estado, el
«tú» que tiene un pasado y un futuro, al que solemos dar el nombre de
personalidad, apenas está presente. Sin embargo, no se pierde nada de valor. En
esencia, sigues siendo tú mismo. De hecho, eres más plenamente tú mismo que
nunca o, más bien, sólo ahora eres verdaderamente tú mismo.
EL PASADO NO PUEDE SOBREVIVIR EN TU
PRESENCIA
Los desafíos del
presente sacarán a la luz lo que necesites saber de tu pasado inconsciente. Si
te sumerges en el pasado, se convertirá en un pozo sin rondo: siempre hay más.
Puede que pienses que necesitas más tiempo para entender el pasado o para
liberarte de él; en otras palabras, puede que pienses que el futuro acabará
liberándote del pasado. Pero eso es una ilusión. Sólo el presente puede
liberarte del pasado. Ahondar en el tiempo no puede liberarte del tiempo.
Accede al poder
del ahora: esa es la clave. El poder del ahora no es más que el poder de tu
presencia, tu conciencia liberada de las formas del pensamiento. Así que
afronta el pasado desde el presente. Cuanta más atención concedes al pasado,
más lo energetizas, y más probable es que te construyas una «identidad» con él.
Entiéndeme bien:
la atención es esencial, pero no al pasado como pasado. Presta atención al
presente; presta atención a tu comportamiento, a tus reacciones, estados de
ánimo, pensamientos, emociones, miedos y deseos, tal como surgen en el
presente. Ellos son el pasado en ti. Si puedes estar suficientemente presente
como para observarlos, sin criticarlos ni analizarlos, sin juicio alguno,
entonces estás afrontando el pasado y disolviéndolo con el poder de tu
presencia.
No puedes
encontrarte volviendo al pasado. Te encuentras viniendo al presente.
CAPÍTULO CINCO
LA BELLEZA SURGE EN LA QUIETUD DE TU PRESENCIA
Se necesita
presencia para tomar conciencia de la belleza, de la majestad, de la sacralidad
de la naturaleza. ¿Has mirado alguna vez la infinitud del espacio en una noche
clara, quedándote anonadado ante su absoluta quietud e inconcebible enormidad?
¿Has escuchado, realmente escuchado, el rumor de un arroyo de montaña en el
bosque? ¿Y el sonido de un mirlo al atardecer un tranquilo día de
verano?
Para tomar
conciencia de este tipo de estímulos la mente tiene que estar serena. Tienes
que abandonar momentáneamente tu equipaje personal de problemas, de pasado y de
futuro, y todo tu conocimiento, porque, de no hacerlo, verás pero no verás y
oirás pero no oirás. Tienes que estar totalmente presente.
MÁS ALLÁ DE LA BELLEZA DE LAS FORMAS EXTERNAS, hay
otra cosa: algo innombrable, inefable, algo profundo, interno, la esencia
sagrada. Donde y cuando quiera que encontramos algo bello, percibimos el brillo
de esta esencia interna, que sólo se nos revela cuando estamos presentes.
¿Podría ocurrir
que esta esencia innombrable y tu presencia fueran una única y misma cosa?
¿Estaría ahí si
tú no estuvieras presente?
Profundiza en
ello. Descúbrelo por ti mismo.
LA REALIZACIÓN DE
LA CONCIENCIA PURA
Cuando observas
la mente, retiras conciencia de las formas mentales, y esa conciencia se
convierte en el observador o testigo. En consecuencia, el observador
—conciencia pura más allá de la forma —
se fortalece y las formaciones mentales se debilitan.
Cuando hablamos
de observar la mente estamos llevando a la esfera personal un evento de
significa- do cósmico: a través de ti, la conciencia está despertando de su
sueño de identificación con la forma y se está retirando de la forma. Esto
presagia un suceso —y a la vez forma parte de él— que probablemente aún queda
en un futuro lejano. Ese suceso es el fin del mundo.
PARA MANTENERSE PRESENTE EN LA VIDA COTIDIANA resulta útil
estar profundamente arraigado en uno mismo porque, de lo contrario, la mente,
que tiene una enorme inercia, te arrastra como la crecida de un río.
Mantenerte presente significa habitar
tu cuerpo plenamente. Tener siempre parte de tu atención en el campo energético
interno de tu cuerpo. Sentir el cuerpo por dentro, por así decirlo. La
conciencia corporal te mantiene presente. Te ancla en el ahora.
El cuerpo que
puedes ver y tocar no puede llevarte al Ser. Pero este cuerpo visible y
tangible sólo es un caparazón externo o, más bien, una percepción limitada y
distorsionada de una realidad más profunda. En tu estado natural de conexión
con el Ser, esa realidad más profunda puede sentirse a cada momento como el
cuerpo interno invisible, la presencia interna que te anima. Por tanto,
«habitar el cuerpo» es sentirlo desde dentro, sentir la vida dentro del cuerpo
y así llegar a saber que eres más allá de la forma externa.
Estarás
desvinculado del Ser mientras tu mente consuma toda tu atención. Si te ocurre
esto —y a la mayoría de la gente le sucede continuamente—, significa que no
estás en tu cuerpo. La mente absorbe toda tu conciencia y la transforma en
materia mental. No puedes dejar de pensar.
Para hacerte
consciente del cuerpo, necesitas reorientar tu conciencia mental. Ésta es una
de las tareas más esenciales del camino espiritual porque libera enormes
cantidades de conciencia que habían quedado atrapadas en el pensamiento inútil
y compulsivo. Una manera eficaz de hacerlo es retirar el foco de atención del
pensamiento y dirigirlo hacia el cuerpo, donde, al principio, podremos sentir el
Ser como un campo energético invisible que da vida a lo que percibimos como
nuestro cuerpo físico.
CONECTA CON EL CUERPO INTERNO
Por favor,
inténtalo ahora mismo. A lo largo de esta práctica quizá te resulte útil
mantener los ojos cerrados, pero más adelante, cuando «estar en el cuerpo» sea
algo fácil y natural, ya no será necesario.
DIRIGE TU
ATENCIÓN AL CUERPO; siéntelo desde dentro. ¿Está vivo? ¿Hay vida en tus
manos, brazos, piernas y pies, en tu abdomen, en tu pecho?
¿Puedes sentir el
campo de energía sutil que impregna la totalidad del cuerpo y llena de vida
vibrante cada órgano y cada célula? ¿Puedes sentirlo simultáneamente en todas
partes de tu cuerpo como un campo de energía unificado?
Sigue
concentrándote en las sensaciones de tu cuerpo interno durante unos momentos.
No empieces a pensar en él. Siéntelo.
Cuanta más
atención le concedas, más clara e intensa será la sensación. Sentirás como si
cada célula estuviera más viva, y si tienes muy desarrollado el sentido visual,
puede que recibas una imagen de tu cuerpo volviéndose luminoso. Esa imagen
podrá ayudarte temporalmente, pero presta más atención a la sensación que a
cualquier figuración que pueda surgir. Una imagen, por muy hermosa o intensa
que sea, ya tiene una forma definida, y no te permite profundizar tanto como la
sensación.
ENTRA PROFUNDAMENTE EN EL CUERPO
Para entrar aún
más profundamente en el cuerpo, practica la siguiente meditación. Diez o quince
minutos de reloj deberían bastar.
ASEGÚRATE DE QUE NO HAYA DISTRACCIONES EXTERNAS, como
teléfonos o personas, que puedan interrumpirte. Siéntate en una silla, pero sin
apoyarte en el respaldo. Mantén la columna erguida. Eso te ayudará a estar
alerta. Como alternativa, elige tu
posición favorita de meditación. Mantén el cuerpo relajado. Cierra los ojos.
Realiza unas
cuantas respiraciones. Siente que respiras hacia el bajo vientre. Observa cómo
se expande y se contrae ligeramente con cada inspiración y espiración.
Después toma
conciencia de todo el campo energético interno del cuerpo. No pienses en él;
siéntelo. Al hacerlo, arrebatas conciencia a la mente. Si te sirve de ayuda,
usa la visualización de la «luz» que he descrito anteriormente.
Cuando sientas
claramente el cuerpo interno como un campo unificado, abandona, si te es
posible, cualquier imagen visual y céntrate exclusivamente en la sensación. Si
puedes, abandona también cualquier imagen que pueda quedarte del cuerpo físico.
Lo único que te quedará es una sensación ovni-incluyente de presencia o «de
Ser», y sentirás que el cuerpo interno no tiene límites.
A continuación
ahonda con tu atención en esa sensación. Hazte uno con ella. Fúndete con el
campo energético, de modo que desaparezca la percepción de dualidad entre el
observador y lo observado, entre tú y tu cuerpo. Poco a poco se va disolviendo
la distinción entre lo interno y lo externo, de modo que ya no queda cuerpo
interno. Entrando profundamente en el cuerpo lo has trascendido.
Mantente en el
reino del puro Ser el tiempo que te resulte cómodo; después vuelve a tomar
conciencia del cuerpo físico, de tu respiración y de los sentidos físicos, y
abre los ojos. Observa tu entorno durante unos minutos meditativamente —es
decir, sin ponerle etiquetas mentales— y mientras tanto sigue sintiendo tu
cuerpo interno.
Tener acceso al
reino de lo info rme es muy
liberador. Te libera del vínculo con la forma y de la identificación con ella.
Lo llamamos lo No Manifestado, la Fuente invisible de todas las cosas, el Ser
dentro de todos los seres. Es un reino de profunda quietud y paz, pero también
de alegría e intensa vitalidad. Cuando estás presente, te haces en alguna
medida a la luz, a la pura conciencia que emana de la Fuente. También te das
cuenta de que la luz no está separada de quien eres, sino que constituye tu
esencia misma.
Cuando tu
conciencia se dirige hacia fuera, surgen la mente y el mundo. Cuando se dirige
hacia dentro, alcanza su propia Fuente y regresa a casa, a lo No Manifestado.
Después, cuando
vuelve al mundo manifestado, retomas la identidad en la forma a la que habías
renunciado temporalmente. Tienes un nombre, un pasado, una situación de vida,
un futuro. Pero ya no eres la misma persona que antes; un aspecto esencial ha
cambiado porque has vislumbrado una realidad dentro de ti que «no es de este
mundo», aunque tampoco está separada de él, del mismo modo que no está separada
de ti.
Ésta debe ser tu
práctica espiritual:
EN LOS QUEHACERES DE TU VIDA no concedas el
ciento por ciento de tu atención al mundo externo y a la mente. Mantén parte de
tu atención dentro.
Siente tu cuerpo
interno mientras participas en tus actividades cotidianas, especialmente cuando
te relacionas con otras personas o con la naturaleza. Siente la quietud en lo
profundo de él. Mantén la puerta abierta.
Es muy posible
ser consciente de lo No Manifestado a lo largo de la vida. Lo sientes como una
profunda paz de fondo, una quietud que nunca te abandona, pase lo que pase
fuera. Así te conviertes en un puente entre lo No Manifestado y lo manifestado,
entre Dios y el mundo.
Este es el estado
de conexión con la Fuente, que llamamos iluminación.
PROFUNDIZA TUS RAÍCES INTERNAS
La clave está en
mantenerse permanentemente en un estado de conexión con tu cuerpo interno,
sentirlo en todo momento. Esto profundizará y transformará tu vida rápidamente.
Cuanta más conciencia dirijas hacia el cuerpo interno, más elevada será su
frecuencia vibratoria, de manera parecida a una luz que brilla más a medida que
giras el interruptor progresivo y aumenta el flujo eléctrico. En ese alto nivel
energético la negatividad ya no puede afectarte, y tenderás a atraer nuevas
circunstancias que reflejen esa frecuencia elevada.
Si mantienes la
atención en el cuerpo siempre que te sea posible, estarás anclado en el ahora.
No te perderás en el mundo externo ni en la mente. Los pensamientos y las
emociones, los miedos y los deseos, pueden seguir presentes en alguna medida,
pero ya no se adueñarán de ti.
POR FAVOR, ANALIZA DÓNDE ESTÁ TU ATENCIÓN en
este momento. Estás escuchándome o estás leyendo estas palabras en un libro.
Ese es el centro de tu atención. También eres consciente periféricamente de tu
entorno, de otras personas, etcétera. Además, puedes tener cierta actividad
mental en torno a lo que estás oyendo o leyendo, algún comentario mental.
Pero no es
necesario que nada de lo anterior absorba toda tu atención. Intenta mantenerte
simultáneamente en contacto con tu cuerpo interno. Mantén parte de la atención
dentro de ti; no dejes que toda ella fluya hacia fuera. Siente tu cuerpo desde
dentro como un campo energético unificado. Es casi como si estuvieras
escuchando o leyendo con todo tu cuerpo. Practica esto en los próximos días y
semanas.
No entregues toda
tu atención a la mente y al mundo externo. Intenta concentrarte en lo que haces
con todos los medios a tu alcance, pero al mismo tiempo siente tu cuerpo
interno siempre que puedas. Mantente arraigado en tu interior. A continuación
observa cómo eso cambia tu estado de conciencia y la cualidad de tus acciones.
Por favor, no te
limites a aceptar o negar lo que digo. Haz la prueba.
EL
FORTALECIMIENTO DEL SISTEMA INMUNOLÓGICO
Hay una
meditación de auto-sanación, simple pero poderosa, que puedes practicar cuando
sientas la necesidad de fortalecer tu sistema inmunológico. Es especialmente
eficaz si la utilizas cuando percibes los primeros síntomas de una enfermedad,
pero también funciona con enfermedades que ya están instauradas si la usas con
la suficiente frecuencia y concentración. Asimismo, contrarrestará las
alteraciones sufridas por tu campo energético a causa de cualquier negatividad.
De todos modos,
la práctica de la presencia en el cuerpo momento a momento no tiene sustituto
posible, y si no se realiza, el efecto de la meditación sólo será temporal.
Veamos los detalles prácticos.
CUANDO TENGAS UNOS MINUTOS LIBRES, y especialmente
por la noche antes de dormir y a primera
hora de la mañana antes de levantarte, «inunda» tu cuerpo de conciencia.
Cierra los ojos. Túmbate de espaldas. Ve llevando la atención, sucesivamente, a
las distintas partes del cuerpo: manos, pies, brazos, piernas, abdomen, pecho,
cabeza, etc. Siente la energía dentro de esas partes con toda la intensidad
posible. Mantente en cada una de ellas durante quince segundos aproximadamente.
A continuación,
deja que tu atención recorra el cuerpo unas cuantas veces como una ola, de los
pies a la cabeza y de la cabeza a los pies.
Con dedicar un
minuto a esta parte es suficiente. A renglón seguido, siente la totalidad de tu
cuerpo energético como un campo de energía unificado. Mantén la sensación
durante unos minutos.
Permanece
intensamente presente durante ese tiempo, presente en cada célula de tu cuerpo.
No te preocupes
si tu mente consigue apartar tu atención del cuerpo ocasionalmente y te quedas
perdido en algún pensamiento. En cuanto te des cuenta de que eso ha ocurrido,
reorienta tu atención hacia el cuerpo interno.
EL USO CREATIVO DE LA MENTE
Si necesitas usar
la mente para un propósito específico, úsala en combinación con tu cuerpo
interno. Sólo si eres capaz de mantenerte consciente sin pensamientos podrás
usar la mente creativamente, y el camino más fácil para entrar en ese estado es
a través del cuerpo.
CUANDO NECESITES UNA RESPUESTA, UNA SOLUCIÓN O UNA IDEA CREATIVA, deja de pensar
momentáneamente y concentra la atención en tu campo de energía interno. Toma conciencia
de la quietud. Cuando vuelvas a pensar, tu pensamiento será fresco y creativo.
En cualquier actividad relacionada con el pensamiento, practica el hábito de
alternar entre unos minutos de pensamiento y otros tantos de una especie de
escucha interna, de quietud interna.
Podríamos decirlo
así: no pienses únicamente con tu cabeza, piensa con todo tu cuerpo.
DEJA QUE LA RESPIRACIÓN TE LLEVE AL
CUERPO
Si en algún
momento te resulta difícil contactar con el cuerpo interno, suele ser más fácil
empezar centrándose en la respiración. La respiración consciente, que es una
intensa meditación por derecho propio, te pondrá gradualmente en contacto con
el cuerpo.
SIGUE LA RESPIRACIÓN CON TU ATENCIÓN, el aire que entra
y sale del cuerpo. Inspira y siente el abdomen expandirse y contraerse
ligeramente con cada inspiración y espiración.
Si te resulta
fácil visualizar, cierra los ojos y obsérvate rodeado de luz o inmerso en una
sustancia luminosa, en un mar de conciencia.
A continuación
inspira esa luz. Siente que la sustancia resplandeciente llena todo tu cuerpo y
lo hace luminoso.
A partir de ahí,
gradualmente, céntrate más en la sensación. No te apegues a ninguna imagen
visual. Ahora estás en tu cuerpo. Has accedido al poder del ahora.
CAPÍTULO SEIS
DISOLVER EL CUERPO-DOLOR
El
amor es un estado de Ser.
Tu
amor no está afuera; está en lo profundo de ti.
Nunca
puedes perderlo, no puede dejarte.
No
depende de otro cuerpo,
de
otra forma externa.
La mayor parte
del dolor humano es innecesario. Lo crearás tú mismo mientras la mente no
observada dirija tu vida. El dolor que produces en el ahora siempre surge de
una falta de aceptación, de una resistencia inconsciente a lo que es.
Como pensamiento, la resistencia es un
juicio de algún tipo. Como emoción, es algún tipo de negatividad. La intensidad
del dolor depende del grado de resistencia al momento presente y ésta, a su
vez, depende de lo fuerte que sea tu identificación con la mente. La mente
siempre trata de negar el ahora y de escapar de él.
En otras
palabras: cuanto más te identificas con tu mente, más sufres. O puedes decirlo
de este otro modo: cuanto más capaz seas de valorar y aceptar el ahora, más
libre estarás del dolor y del sufrimiento, más libre de la mente egotista.
Algunas
enseñanzas espirituales afirman que, en último término, todo dolor es ilusorio.
Eso es cierto, pero la cuestión es: ¿es esta afirmación verdadera para ti? El
mero hecho de creerla no hace que sea verdad. ¿Quieres seguir experimentando
dolor el resto de tu vida y continuar diciendo que es una ilusión? ¿Te liberas
así del dolor? Lo que nos importa aquí es cómo plasmar esa verdad, cómo hacerla
real en tu propia experiencia.
El dolor es
inevitable mientras sigas identificándote con tu mente, es decir, mientras
sigas siendo espiritualmente inconsciente. Me refiero básicamente al dolor
emocional, que también es la principal causa del dolor físico y de las
enfermedades físicas. El resentimiento, el odio, la autocompasión, la
culpabilidad, la ira, la depresión, los celos, e incluso la menor irritación...,
todos ellos son formas de dolor. Y cada placer o cumbre emocional contiene
dentro de sí la semilla del dolor: su opuesto inseparable, que se manifestará
con el tiempo.
Cualquiera que
haya tomado drogas para sentirse «mejor» sabe que después de la subida viene la
bajada, que el placer se convierte en algún tipo de dolor. Muchas personas
saben también que las relaciones íntimas pasan rápidamente de ser una fuente de
placer a convertirse en una fuente de dolor. Vistas desde una perspectiva
superior, las polaridades positiva y negativa son las dos caras de la misma
moneda, y ambas forman parte del dolor subyacente, inseparable del estado de
conciencia del ego en el que te identificas con la mente.
Tu dolor tiene
dos niveles: el dolor que creas ahora y el dolor del pasado que aún vive en tu
cuerpo y en tu mente.
Mientras no seas
capaz de acceder al poder del ahora, cada dolor emocional que experimentes
dejará tras de sí un residuo de sufrimiento que vive en ti. Se mezcla con el
dolor del pasado que ya estaba allí, alojándose en tu cuerpo y en tu mente. Y
aquí se incluye, por supuesto, el dolor que sufriste de niño, causado por la
inconsciencia del mundo en el que naciste.
Este dolor
acumulado es un campo de energía negativa que ocupa tu cuerpo y tu mente. Si lo
consideras una entidad invisible por derecho propio, te acercas bastante a la
verdad. Se trata del cuerpo-dolor emocional.
El cuerpo-dolor
tiene dos estados posibles: latente o activo. Puede estar latente el 90 por 100
del tiempo, aunque en una persona muy infeliz puede llegar a estar activo el
100 por 100 del tiempo. Algunas personas viven casi totalmente a través de su
cuerpo de dolor, mientras otras lo experimentan sólo en ciertas situaciones,
como en las relaciones íntimas o en situaciones relacionadas con pérdidas o
abandonos del pasado, dolores físicos o emocionales, etc.
Cualquier cosa
puede activarlo, pero resuena especialmente con los- dolores del pasado. Cuando
está preparado para despertar de su estado latente, un pensamiento o un
comentario inocente hecho por alguien cercano a ti puede ser suficiente para
activarlo.
ROMPER LA
IDENTIFICACIÓN CON EL CUERPO-DOLOR
EL CUERPO-DOLOR NO QUIERE QUE LO OBSERVES DIRECTAMENTE y lo veas como
es. En el momento que lo observas, en cuanto sientes su campo energético dentro
de ti y llevas tu atención hacia él, la identificación se rompe.
Ha aparecido una
dimensión superior de conciencia. Yo la llamo presencia. Ahora eres el testigo
u observador del cuerpo-dolor. Esto significa que ya no puede usarte pretendiendo
ser tú, ya no puede alimentarse a través de ti. Has encontrado tu mayor fuerza
interior.
Algunos
cuerpos-dolor son molestos pero relativamente inocuos, como un niño que no deja
de lloriquear. Otros son monstruos depravados y destructivos, auténticos
demonios. Algunos son violentos físicamente, y muchos son emocionalmente
agresivos. Algunos atacan a la gente cercana, la gente que rodea a la persona,
mientras que otros pueden atacar a su anfitrión. En ese caso, tus pensamientos
y sentimientos relativos a tu propia vida se vuelven profundamente negativos y
autodestructivos. Las enfermedades y los accidentes suelen producirse así.
Algunos cuerpos-dolor llevan a sus anfitriones al suicidio.
Cuando pensabas
que conocías a alguien y de repente te enfrentas con esta detestable criatura
alienígena por primera vez, es probable que te lleves un buen susto. Pero es
más importante observarla en ti mismo que en otras personas.
BUSCA CUALQUIER SEÑAL DE INFELICIDAD EN TI, del
tipo que sea; puede tratarse del despertar del cuerpo-dolor. A veces toma la
forma de irritación, impaciencia, un estado de ánimo sombrío, deseo de hacer
daño, ira, furia, depresión, la necesidad de dramatizar las relaciones, etc.
Atrápalo en el momento en que despierta de su estado latente.
El cuerpo-dolor,
como cualquier otra entidad existente, quiere sobrevivir, y sólo puede hacerlo
si consigue que te identifiques inconscientemente con él. Entonces puede
emerger, apropiarse de ti, «convertirse en ti» y vivir a través de ti. Necesita
conseguir su «alimento» a través de ti.
Se alimentará de
cualquier experiencia que resuene con su energía característica, algo que
produzca dolor del modo que sea: ira, ganas de destruir, odio, pena, drama
emocional, violencia e incluso enfermedad. Cuando se ha apropiado de ti, el
cuerpo-dolor crea en tu vida una situación que refleje su propia frecuencia
energética para poder alimentarse de ella. El dolor sólo puede alimentarse de
dolor. El dolor no puede alimentarse de alegría; le resulta totalmente
indigesta.
En cuanto el
cuerpo de dolor se apropia de ti, quieres más dolor. Te conviertes en una
víctima o en un agresor. Quieres causar dolor, sufrirlo, o las dos cosas. En
realidad no hay mucha diferencia entre ambas. Como no eres consciente de lo que
haces, afirmarás vehementemente que no quieres sufrir. Pero si miras de cerca,
verás que tu manera de comportarte y tu forma de pensar están diseñadas para
perpetuar el dolor, tanto para ti mismo como para los demás. Si realmente
fueras consciente de él, este patrón se disolvería, porque desear más dolor es
una locura y nadie está conscientemente loco.
El cuerpo-dolor,
que es la oscura sombra proyectada por el ego, en realidad teme la luz de tu
conciencia. Tiene miedo de que lo descubras. Su supervivencia depende de que
sigas identificándote inconscientemente con él, así como de tu miedo
inconsciente a afrontar el dolor que habita en ti. Pero si no lo afrontas, si
no llevas la luz de tu conciencia al dolor, te verás obligado a revivirlo una y
otra vez.
El cuerpo-dolor
puede parecerte un monstruo peligroso que no te atreves a mirar, pero te
aseguro que es un fantasma insustancial incapaz de prevalecer ante el poder de
tu presencia.
CUANDO TE
CONVIERTES EN EL OBSERVADOR y empiezas a dejar de identificarte, el
cuerpo-dolor sigue operando durante cierto tiempo e intenta engañarte para que
vuelvas a identificarte con él. Aunque ya no le das energía mediante la
identificación, tiene cierta inercia, como una rueda que continúa girando
aunque no esté recibiendo impulso. En este estadio puede crear tensiones en
distintos puntos del cuerpo, pero no durarán.
Mantente
presente, mantente consciente. Sé el guardián siempre atento de tu espacio
interno. Tienes que estar lo suficientemente atento como para observar el
cuerpo-dolor directamente y sentir su energía. Entonces no podrá controlar lo
que piensas.
No olvides que en cuanto tu pensamiento
se alinea con el campo energético de tu cuerpo-dolor, te identificas con él y
vuelves a alimentarlo con tus pensamientos. Por ejemplo, si la vibración
energética predominante del cuerpo-dolor es la ira y cultivas pensamientos
iracundos en los que te repites lo que alguien te hizo y cómo le vas a
responder, entonces te has vuelto inconsciente y el cuerpo-dolor se ha
convertido en «ti». Debajo de la ira siempre hay dolor.
O cuando te
invade un estado de ánimo sombrío y empiezas a entrar en un patrón mental
negativo pensando en lo horrible que es tu vida, tu pensamiento se ha alineado
con tu cuerpo-dolor y tú te has vuelto inconsciente y vulnerable a sus ataques.
Ser
«inconsciente», tal como uso la palabra aquí, significa identificarse con algún
patrón emocional o mental. Implica una ausencia total del observador.
TRANSMUTACIÓN DEL
SUFRIMIENTO EN CONCIENCIA
La atención
consciente sostenida corta el vínculo entre el cuerpo-dolor y el proceso de
pensamiento, y pone en marcha el proceso de transmutación. Es como si el dolor
se convirtiera en combustible para la llama de tu conciencia, que a partir de
ese momento arde con más fulgor. Este es el significado esotérico del antiguo
arte alquímico: la transmutación de metales inferiores en oro, o del
sufrimiento en conciencia. La división interna se cura y vuelves a estar
completo. A partir de entonces tu responsabilidad consiste en no crear más
dolor.
ENFOCA TU ATENCIÓN EN LO QUE SIENTES DENTRO DE TI. Identifica el
cuerpo-dolor y acepta que está ahí. No pienses en él, no dejes que el
sentimiento se convierta en pensamiento. No juzgues ni analices. No te
fabriques una identidad con el dolor.
Mantente presente y continúa siendo un
observador de lo que ocurre dentro de ti.
Toma conciencia
no sólo del dolor emocional, sino también de «aquel que lo observa», el testigo
silencioso. Éste es el poder del ahora, el poder de tu propia presencia
consciente. Observa qué ocurre a continuación.
IDENTIFICACIÓN DEL EGO CON EL
CUERPO-DOLOR
Este proceso que
acabo de describir es muy poderoso, pero también muy simple. Podría enseñarse a
un niño, y es de esperar que algún día sea una de las primeras cosas que los
niños aprendan en la escuela. Una vez aprendido el principio básico de
mantenerte presente como observador de lo que ocurre dentro de ti
—«entendiéndolo» por experiencia directa— tienes a tu disposición la más
potente herramienta de transformación.
Esto no niega que
puedas hallar intensas resistencias internas a soltar la identificación con tu
dolor. Ello ocurrirá particularmente si has vivido muy identificado con tu
cuerpo-dolor durante casi toda tu vida, y toda o la mayor parte de tu identidad
está invertida en él. Esto significa que a partir del cuerpo-dolor te has
fabricado un yo infeliz y te identificas con esa ficción mental. En tal caso,
el miedo inconsciente a perder tu identidad creará una fuerte resistencia a
cualquier desidentificación. En otras palabras, preferirás sentir dolor —ser el
cuerpo-dolor— que dar un salto a lo desconocido y arriesgarte a perder tu
familiar identidad desgraciada.
OBSERVA TU RESISTENCIA INTERNA
Observa el apego
a tu dolor. Mantente muy alerta. Observa el peculiar placer que te proporciona
ser infeliz. Observa la tendencia compulsiva a hablar o a pensar en tu
desdicha. La resistencia cesará si la haces consciente.
Entonces puedes
llevar tu atención al cuerpo-dolor, mantenerte presente como testigo e iniciar
así su transmutación.
Tú eres el único capaz de hacerlo.
Nadie puede hacerlo por ti. Pero si tienes la suerte de encontrar al alguien
que es intensamente consciente, si puedes estar con esa persona y unirte a ella
en el estado de presencia, eso te ayudará y acelerará las cosas. Tu propia luz
pronto se fortalecerá.
Si ponemos un
tronco que está empezando a arder junto a otro que ya está ardiendo
intensamente, y después de un rato volvemos a separarlos, el primero arderá con
mucha más intensidad. Después de todo, es el mismo fuego el que arde en ambos.
Una de las funciones del profesor espiritual es ser ese fuego. Algunos
terapeutas también pueden realizar la misma función, siempre que hayan ido más
allá del nivel de la mente y puedan crear y mantener una intensa presencia
consciente mientras trabajan contigo.
Lo primero que
has de recordar es que mientras sigas identificándote con el dolor, no podrás
liberarte de él. Mientras parte de tu sentido de identidad siga invertido en tu
dolor emocional, sabotearás o te resistirás inconscientemente a cualquier
intento de sanar ese dolor.
¿Por qué?
Simplemente porque quieres mantenerte intacto, y el dolor se ha convertido en
una parte esencial de ti. Éste es un proceso inconsciente, y el único modo de
resolverlo es hacerlo consciente.
EL PODER DE TU PRESENCIA
VER REPENTINAMENTE que estás o has estado apegado a tu
dolor puede ser muy impactante. En el momento de darte cuenta, ya has roto el
apego.
El cuerpo-dolor
es un campo energético, casi como una entidad, que se ha alojado temporalmente
en tu espacio interno. Es energía de vida que se ha quedado atrapada, energía
que ya no fluye.
Por supuesto, el
cuerpo-dolor existe por ciertas cosas que ocurrieron en el pasado. Es el pasado
vivo en ti, y si te identificas con el cuerpo-dolor, te identificas con el pasado.
Tener identidad de víctima es creer que el pasado tiene más fuerza que el
presente, que es lo opuesto a la verdad. Es creer que otras personas, y lo que
te hicieron, son responsables de quien eres ahora, de tu dolor emocional y de
tu incapacidad de ser tú mismo.
La verdad es que
el único poder existente está contenido en este momento: es el poder de tu
presencia. Cuando lo sabes, también te das cuenta de que ahora mismo eres
responsable de tu espacio interno —nadie más lo es— y de que el pasado no puede
prevalecer ante el poder del ahora.
La inconsciencia
lo crea, la conciencia lo transmuta en conciencia. San Pablo expresó este
principio universal de una manera muy hermosa: «Todo se muestra cuando queda
expuesto a la luz, y lo que queda expuesto a la luz se convierte en luz.»
Del mismo modo
que no puedes luchar contra la oscuridad, tampoco puedes luchar contra el
cuerpo-dolor. Si lo intentaras crearías más conflicto interno y prolongarías el
dolor. Basta con observarlo. Observarlo implica aceptarlo como parte de lo que
es en este momento.
CAPÍTULO SIETE
DE LAS RELACIONES ADICTIVAS A LAS RELACIONES
ILUMINADAS
RELACIONES DE
AMOR-ODIO
A menos que
accedas a la frecuencia consciente de la presencia, todas las relaciones, y en
particular las relaciones íntimas, acabarán fracasando y siendo disfuncionales.
Puede que parezcan perfectas durante un tiempo, mientras estás «enamorado»,
pero esa perfección se altera invariablemente a medida que van produciéndose
discusiones, conflictos, insatisfacciones y violencia emocional o incluso
física..., momentos de tensión que suceden con creciente frecuencia.
Parece que la
mayoría de las «relaciones amorosas» pasan a convertirse muy pronto en
relaciones de amor-odio. En ellas, el amor puede dar paso en un abrir y cerrar de
ojos a una agresividad salvaje, a sentimientos de hostilidad o a la total
ausencia del afecto. Esto se considera normal.
Si en tus
relaciones experimentas tanto un sentimiento de «amor» como su opuesto
—agresividad, violencia emocional, etc.—, entonces es muy probable que estés
confundiendo el apego adictivo del ego con el amor. No puedes amar a tu
compañero o compañera un momento y atacarle al siguiente. El verdadero amor no
tiene opuesto. Si tu «amor» tiene un opuesto, entonces no es amor, sino la intensa
necesidad del ego de una identidad más completa y profunda, necesidad que la
otra persona cubre temporalmente. Este es el sustituto de la salvación que
propone el ego, y durante un breve episodio parece una verdadera salvación.
Pero llega un
momento en que tu pareja deja de actuar de la manera que satisface tus
demandas, o más bien las de tu ego. Los sentimientos de miedo, dolor y
carencia, que son parte intrínseca del ego pero habían quedado tapados por la
«relación amorosa», vuelven a salir a la superficie.
Como en cualquier
otra adicción, pasas buenos momentos cuando la droga está disponible, pero,
invariablemente, acaba llegando un momento en el que ya no te hace efecto.
Por eso, cuando
los sentimientos dolorosos reaparecen los sientes con más intensidad que antes
y, lo que es peor, ahora percibes que quien los causa es tu compañero o
compañera. Esto significa que los proyectas fuera de ti y atacas al otro con
toda la violencia salvaje de tu dolor.
Tu ataque puede
despertar el dolor de tu pareja, que posiblemente contraatacará. Llegados a
este punto, el ego sigue esperando inconscientemente que su ataque o sus
intentos de manipulación sean castigo suficiente para inducir un cambio de
conducta en la pareja, de modo que pueda seguir sirviendo de tapadera del
dolor.
Todas las
adicciones surgen de una negativa inconsciente a encarar y traspasar el propio
dolor. Todas las adicciones empiezan con dolor y terminan con dolor. Cualquiera
que sea la sustancia que origine la adicción —alcohol, comida, drogas (legales
o ilegales) o una persona—, estás usando algo o a alguien para encubrir tu
dolor.
Por eso hay tanto
dolor e infelicidad en las relaciones íntimas en cuanto pasa la primera
euforia. Las relaciones mismas no son la causa del dolor y de la infelicidad,
sino que sacan a la superficie el dolor y la infelicidad que ya están en ti.
Todas las adicciones lo hacen. Llega un momento en que la adicción deja de
funcionar y sientes el dolor con más intensidad que nunca.
Ésta es la razón
por la que la mayoría de la gente siempre está intentando escapar del momento
presente y buscar la salvación en el futuro. Si concentrasen su atención en el
ahora, lo primero que encontrarían sería su propio dolor, y eso es lo que más
temen. ¡Si supieran lo fácil que es acceder ahora al poder de la presencia que
disuelve el pasado y su dolor, a la realidad que disuelve la ilusión! ¡Si
supieran lo cerca que están de su propia realidad, lo cerca que están de Dios!
Eludir las
relaciones en un intento de evitar el dolor tampoco soluciona nada. El dolor
sigue allí de todos modos. Es más probable que te obliguen a despertar tres
relaciones fracasadas en otros tantos años que pasar tres años en una isla
desierta o encerrado en tu habitación. Pero si puedes llevar una intensa
presencia a tu soledad, eso podría funcionar para ti.
DE LAS RELACIONES
ADICTIVAS A LAS RELACIONES ILUMINADAS
TANTO SI VIVES SOLO COMO SI VIVES EN PAREJA, la clave es estar presente e intensificar progresivamente tu presencia mediante la atención al ahora.
Si quieres que florezca
el amor, la luz de tu presencia debe ser lo suficientemente intensa como para
no verte arrollado por el pensador o por el cuerpo-dolor, ni los confundas con
quien eres. Conocerse como el Ser que está debajo del pensador, la quietud que
está debajo del ruido mental, el amor y la alegría que se encuentran debajo del
dolor, eso es libertad, salvación, iluminación.
Desidentificarse
del cuerpo-dolor es llevar la presencia al dolor y así transmutarlo.
Desidentificarse del pensamiento es poder ser el observador silencioso de tus
pensamientos y de tu conducta, especialmente de los patrones repetitivos de tu
mente y de los roles que representa tu ego.
Si dejas de
investirla de «yoidad», la mente pierde su cualidad compulsiva, formada
básicamente por la constante tendencia a juzgar y a resistirse a lo que es,
creando así conflicto, drama y más dolor. De hecho, en el momento en que dejas
de juzgar y aceptas lo que es, eres libre de la mente. Has creado espacio para
el amor, para la alegría, para la paz.
PRIMERO DEJAS DE JUZGARTE A TI MISMO; después dejas de
juzgar a tu pareja. El mayor catalizador del cambio en las relaciones es la
aceptación total de tu pareja tal como
es, dejando completa- mente de juzgarla y de intentar cambiarla.
Eso te lleva
inmediatamente más allá del ego. A partir de entonces todos los juegos mentales
y el apego adictivo se acaban. Ya no hay víctimas ni verdugos, ni acusadores ni
acusados.
La aceptación
total también supone el final de la co-dependencia; ya no te dejas arrastrar
por el patrón inconsciente de otra persona, favoreciendo de ese modo su
continuidad. Entonces, o bien os separáis —con amor—, o bien entráis juntos más
profundamente en el ahora, en el Ser. ¿Es así de simple? Sí, es así de simple.
El amor es un estado de Ser. Tu amor no
está fuera; está en lo profundo de ti. Nunca puedes perderlo, no puede dejarte.
No depende de otro cuerpo, de otra forma externa.
EN LA QUIETUD DE TU PRESENCIA puedes sentir tu
propia realidad info rme e
intemporal: es la vida no manifestada que anima tu forma física. Entonces
puedes sentir la misma vida en lo pro-
fundo de los demás seres humanos y de las demás criaturas. Miras más allá del velo de la
forma y la separación. Esto es alcanzar la unidad. Esto es amor.
Aunque es posible
tener breves atisbos, el amor no puede florecer a menos que estés
permanentemente liberado de la identificación mental y tu presencia sea lo
bastante intensa como para haber disuelto el cuerpo-dolor, o hasta que puedas,
al menos, mantenerte presente como observador. De ese modo, el cuerpo-dolor no
podrá arrebatarte el control y destruir el amor.
LAS RELACIONES COMO PRÁCTICA ESPIRITUAL
Como los seres
humanos nos hemos ido identificando progresivamente con la mente, la mayoría de
las relaciones no tienen sus raíces en el Ser, y por eso se convierten en
fuente de dolor, dominadas por problemas y conflictos.
Si las relaciones
energetizan y expanden los patrones mentales del ego y activan el cuerpo-dolor,
tal como ocurre actualmente, ¿por qué no aceptar este hecho en lugar de intentar
huir de él? ¿Por qué no cooperar con él en lugar de evitar las relaciones o de
seguir persiguiendo el fantasma de una pareja ideal que sea la respuesta a
todos tus problemas o el complemento que te haga sentirte realizado?
El reconocimiento
y la aceptación de los hechos te permite cierta libertad respecto a ellos.
Por ejemplo,
cuando sabes que hay desarmonía y lo tienes presente, ese mismo hecho
constituye un factor nuevo que no permitirá que la desarmonía se mantenga
invariable.
CUANDO SABES QUE
NO ESTÁS EN PAZ, ese conocimiento
crea un espacio tranquilo que envuelve tu falta de paz en un abrazo amoroso y
tierno, y después transmuta en paz la ausencia de paz.
No hay nada que
puedas hacer respecto de tu transformación interna. No puedes
transformarte a ti mismo y, ciertamente, no puedes transformar a tu pareja ni a
ninguna otra persona. Lo único que puedes hacer es crear un espacio para
que ocurra la transformación, para que entren la gracia y el amor en tu vida.
De modo que
cuando veas que tu relación no funciona, cuando haga asomar tu «locura» y la de
tu pareja, alégrate. Lo que era inconsciente está saliendo a la luz. Es una
oportunidad de salvación.
REGISTRA CADA
MOMENTO, registra
en especial tu estado interno en cada momento. Si estás enfadado, debes saber
que estás enfadado. Si te sientes celoso, si estás a la defensiva, si sientes
el impulso de discutir, la necesidad de tener razón, si tu niño interno pide
amor y atención o si sientes dolor emocional del tipo que sea, conoce la
realidad de ese momento y registra ese conocimiento.
Entonces la
relación se convierte en tu sadhana, tu práctica espiritual. Si observas
un comportamiento inconsciente en tu pareja, rodéalo con el abrazo amoroso de
tu conocimiento y no reacciones.
La inconsciencia
y el conocimiento no pueden coexistir durante mucho tiempo, aunque el
conocimiento no esté en la persona que actúa inconscientemente, sino en la
otra. A la forma energética que reside detrás de la hostilidad y el ataque, la
presencia del amor le resulta absolutamente intolerable. Si reaccionas a la
inconsciencia de tu pareja, tú mismo caes en la inconsciencia. Pero si a
continuación recuerdas que has de conocer y registrar tu reacción, no se pierde
nada.
Las relaciones
nunca habían sido tan problemáticas y conflictivas como ahora. Como tal vez
hayas percibido, su finalidad no es hacerte feliz o satisfacerte. Si sigues
intentando alcanzar la salvación a través de una relación, te sentirás
desilusionado una y otra vez. Pero si aceptas que la finalidad de las relaciones
es hacerte consciente en lugar de hacerte feliz, entonces te ofrecerán
salvación, y te habrás alineado con la conciencia superior que quiere nacer en
el mundo.
Para quienes se
aferren a los viejos patrones, cada vez habrá más dolor, violencia, confusión y
locura.
¿Cuántas personas
se requieren para hacer de tu vida una práctica espiritual? No te preocupes si
tu pareja no quiere cooperar. La cordura —la conciencia— sólo puede llegar al
mundo a través de ti. No tienes que esperar a que el mundo se vuelva cuerdo, o
a que otra persona se vuelva consciente, para iluminarte. Podrías esperar
eternamente.
No os acuséis
mutuamente de ser inconscientes. En el momento en que empiezas a discutir, té
has identificado con una posición mental, y junto con esa posición estás
defendiendo tu sentido de identidad. Entonces el ego se pone al mando. Estás
siendo inconsciente. En ocasiones, puede ser apropiado que señales a tu pareja
ciertos aspectos de su comportamiento. Si estás muy alerta, muy presente,
podrás hacerlo sin que el ego se inmiscuya, sin culpar, acusar ni decir al otro
que está equivocado.
Cuando tu
compañero o compañera se comporte inconscientemente, renuncia a juzgarle. El
juicio sólo sirve para confundir el comportamiento inconsciente de la otra
persona con su identidad real o para proyectar tu propia inconsciencia en la
otra persona y confundir tu proyección con su identidad.
Esta renuncia a
juzgar no implica que no reconozcas la disfunción y la inconsciencia cuando las
veas. Significa «ser el conocimiento» en lugar de «ser la reacción» y el juez.
Entonces te liberarás totalmente de la necesidad de reaccionar, o reaccionarás
conservando el conocimiento, el espacio en el que la reacción puede ser
observada y se le permite ser. En lugar de luchar en la oscuridad, pones luz.
En lugar de reaccionar a la ilusión, eres capaz de verla y de traspasarla.
Ser el
conocimiento crea un espacio claro de presencia amorosa que permite a todas las
personas y cosas ser como son. No hay mayor catalizador de la transformación.
Si haces de esto tu práctica, tu pareja no podrá seguir a tu lado y continuar
siendo inconsciente.
Si los dos
llegáis al acuerdo de que la relación va a ser vuestra práctica espiritual,
tanto mejor. Entonces podréis expresar vuestros pensamientos, sentimientos o
reacciones en cuanto se produzcan, de modo que no crearéis un desfase temporal
que pudiera agriar una emoción no reconocida ni expresada.
APRENDE A EXPRESAR lo que sientes sin culpar.
Aprende a
escuchar a tu pareja de manera abierta, sin ponerte a la defensiva.
Dale espacio para
expresarse. Mantente presente. Acusar, defenderse, atacar..., todos los
patrones diseñados para fortalecer o proteger el ego, o para satisfacer sus
necesidades, están de más. Es vital dar espacio a los demás y también dártelo a
ti mismo. El amor no puede florecer sin espacio.
Cuando hayas
resuelto los dos factores que destruyen las relaciones, es decir, cuando hayas
transmutado el cuerpo-dolor y dejes de identificarte con la mente y las
posiciones mentales —y siempre que tu pareja haya hecho lo mismo—,
experimentarás la dicha del florecer de una relación. En lugar de reflejaros
mutuamente el dolor y la inconsciencia, en lugar de satisfacer vuestras mutuas
necesidades egocéntricas, os reflejaréis el amor que sentís en vuestro interior,
el amor que acompaña a la toma de conciencia de vuestra unidad con todo lo que
es.
Ése es el amor
que no tiene opuesto.
Si tu pareja
sigue estando identificada con la mente y el cuerpo-dolor, y tú ya te has
liberado, esto representará un gran reto, pero no para ti, sino para tu pareja.
No es fácil vivir con una persona iluminada o, más bien, es tan fácil que el
ego se siente amenazado.
Recuerda que el
ego necesita problemas, conflictos y «enemigos» que fortalezcan su sensación de
separación, de la que depende su identidad. La mente no iluminada de tu pareja
se sentirá muy frustrada porque no te resistes a sus posiciones mentales fijas,
lo que significa que se irán debilitando y temblarán, e incluso existe el
«peligro» de que se derrumben, produciendo una pérdida de identidad.
El cuerpo-dolor
está pidiendo feedback y no lo está obteniendo. La necesidad de
argumentar, dramatizar y estar en conflicto no está siendo satisfecha.
RENUNCIA A LA
RELACIÓN CONTIGO MISMO
Iluminado o no,
sigues siendo un hombre o una mujer, de modo que en lo relativo a tu identidad
en la forma sigues estando incompleto. Eres la mitad de un todo. Esta falta de
totalidad se siente como atracción hombre-mujer, el tirón hacia la energía de
la polaridad opuesta, por muy consciente que seas. Pero, en el estado de
conexión interna, sientes ese tirón en la superficie o en la periferia de tu
vida.
Esto no significa
que no te relaciones profundamente con los demás o con tu pareja. De hecho,
sólo puedes relacionarte profundamente si eres consciente de Ser. Viniendo del
Ser, eres capaz de concentrar la atención más allá del velo de la forma. En el
Ser, hombre y mujer son uno. Puede que tu forma siga teniendo ciertas
necesidades, pero el Ser no tiene ninguna. Ya es completo y total. Si esas necesidades
se satisfacen, es muy hermoso, pero no supone ninguna diferencia para tu estado
interno profundo.
Por eso es
perfectamente posible que una persona iluminada, si no satisface la necesidad
de una polaridad masculina o femenina, sienta que le falta algo o que está
incompleta en el nivel externo de su ser, y al mismo tiempo puede estar
totalmente completa, satisfecha y en paz por dentro.
Si no puedes
sentirte a gusto cuando estás solo, buscarás una relación para remediar tu
inquietud. Puedes estar seguro de que la incomodidad reaparecerá bajo otra
forma dentro de la relación, y probablemente pensarás que tu pareja es
responsable de ello.
LO ÚNICO QUE
TIENES QUE HACER ES ACEPTAR PLENAMENTE ESTE MOMENTO. Entonces puedes
estar cómodo en el aquí y ahora, y a gusto contigo mismo.
Pero ¿necesitas
tener una relación contigo mismo? ¿Por qué no puedes simplemente ser tú mismo?
Para tener una relación contigo mismo te divides en dos: «yo» y «mí mismo»,
sujeto y objeto. Esta dualidad mental es la causa fundamental de toda la
complejidad innecesaria, de todos los problemas y conflictos de tu vida.
En el estado de
iluminación, tú eres tú mismo: «tú» y «tú mismo» se funden en uno. No te
juzgas, ni sientes pena por ti, ni te sientes orgulloso de ti, ni te quieres,
ni te odias, etc. La división causada por la conciencia auto-reflexiva queda
sanada, la maldición desaparece. Ya no hay un «yo» que tengas que proteger,
defender o alimentar.
Cuando estás
iluminado, hay una relación que dejas de tener: la relación contigo mismo. Una
vez que has renunciado a ella, todas las demás relaciones serán relaciones de
amor.
TERCERA PARTE
ACEPTACIÓN Y RENDICIÓN
CAPÍTULO OCHO
LA ACEPTACIÓN DEL AHORA
Cuando
te rindes a lo que es
y
estás plenamente presente, el pasado ya no tiene ningún poder.
Entonces
se abre el reino del Ser,
que
había quedado oscurecido por la mente.
De
repente, surge una gran quietud dentro de ti,
la
sensación de una paz insondable.
Y
en esa paz hay una gran alegría.
Y
dentro de esa alegría hay amor.
Y
en su núcleo más interno está lo sagrado,
lo
inconmensurable, Eso que no puede ser nombrado.
LA IMPERMANENCIA
Y LOS CICLOS DE LA VIDA
Hay fases de
éxito en que las cosas vienen a ti y se desarrollan, y fases de fracaso en que
las cosas se marchi tan, se
desintegran y tienes que dejarlas ir para que puedan surgir otras nuevas, o
para que se produzca la transformación.
Si, llegado a ese
punto, te apegas y te resistes, te estás negando a seguir el flujo de la vida,
y eso te hará sufrir. La disolución es necesaria para que se produzca un nuevo
crecimiento. Ambos aspectos no pueden existir separadamente.
La fase
descendente del ciclo es absolutamente esencial para la realización espiritual.
Debes de haber fracasado rotundamente a algún nivel, o haber experimentado una
pérdida seria o un dolor, para sentirte atraído por la dimensión espiritual. O
quizá el éxito mismo haya perdido significado, quedándose vacío y
convirtiéndose en fracaso.
El fracaso reside
oculto en cada éxito, y el éxito en cada fracaso. En este mundo, es decir, en
el nivel de las formas, todos «fracasamos» antes o después, y todas las
realizaciones acaban convirtiéndose en nada. Todas las formas son
impermanentes.
Puedes mantenerte
activo y disfrutar manifestando y creando nuevas formas y circunstancias, pero ya
no te identificarás con ellas. No las necesitas para tener una identidad. Ellas
no son tu vida; sólo son tu situación de vida.
El ciclo tiene
una duración variable que va de unas pocas horas a varios años. Hay ciclos
largos y ciclos breves dentro de los ciclos largos. Muchas enfermedades se
generan por luchar contra las fases de baja energía, que son vitales para la
regeneración. La acción compulsiva y la tendencia a extraer la propia
autoestima y la identidad de factores externos, como el éxito, es una ilusión
inevitable mientras te identifiques con la mente.
Esto hace que no
puedas aceptar las fases bajas del ciclo, que no las dejes ser. Finalmente, la
inteligencia del organismo puede adueñarse de la situación como medida de
autoprotección y provocar una enfermedad que te obligue a detenerte para que
pueda tener lugar la necesaria regeneración.
En cuanto la
mente juzga que un estado o situación es «bueno», le toma apego y se identifica
con él, tanto si se trata de una relación como de una posesión, un papel
social, un lugar o tu cuerpo físico. La identificación te hace feliz, hace que
te sientas bien contigo mismo, y ese estado o situación puede llegar a
convertirse en parte de quien eres o de quien crees ser.
Pero nada es
duradero en esta dimensión donde la polilla y el orín consumen. La situación
acaba, o cambia, o puede producirse un cambio de polaridad: lo que ayer o el
año pasado era bueno, súbita o gradualmente se vuelve malo. La misma situación
que antes te hacía feliz, ahora te hace desgraciado. La prosperidad de hoy se
convierte en el consumismo vacío de mañana. La boda feliz y la luna de miel se
convierten en un doloroso divorcio o en una convivencia infeliz.
O también puede
ocurrir que desaparezca una situación y su ausencia te haga infeliz. Cuando el
estado o situación con el que la mente se ha identificado cambia o desaparece,
ésta no puede aceptarlo. Se apegará al estado que ha desaparecido y se
resistirá al cambio. Es casi como si nos cortaran un miembro del cuerpo.
Esto significa
que tu felicidad y tu infelicidad son, de hecho, la misma cosa. Sólo las separa
la ilusión del tiempo.
NO OFRECER
RESISTENCIA A LA VIDA es estar en un estado de gracia, tranquilidad y
ligereza, un estado que no depende de que las cosas sean de cierta manera,
buenas o malas.
Parece paradójico
y, sin embargo, cuando desaparece la dependencia interna de la forma, la
situación general de tu vida, lo que tiene relación con las formas externas,
parece mejorar enormemente. Las cosas, las personas o las situaciones que
creías necesitar para ser feliz ahora llegan a ti sin esfuerzo ni lucha por tu
parte, y eres libre de disfrutarlas y apreciarlas mientras duren.
Todas esas cosas,
evidentemente, seguirán teniendo un final, los ciclos irán y vendrán, pero
cuando desaparece la dependencia, desaparece también el miedo a la pérdida. La
vida fluye con tranquilidad.
La felicidad
derivada de una fuente secundaria nunca es muy profunda. Sólo es un pálido
reflejo de
la alegría de
Ser, de la vibrante paz que encuentras en tu interior cuando entras en el
estado de no-resistencia. El Ser te lleva más allá de los opuestos polares de
la mente y te libera de la dependencia de la forma. Aunque todo colapsara y se
derrumbara a tu alrededor, en lo profundo de tu núcleo interno seguirías
sintiéndote en paz. Puede que no te sintieras feliz, pero al menos estarías en
paz.
USO Y RENUNCIA DE
LA NEGATIVIDAD
Toda resistencia
interna se experimenta como negatividad de uno u otro tipo. Toda negatividad es
resistencia. En este contexto, ambas palabras son casi sinónimas.
La negatividad va
desde la irritación o la impaciencia hasta la ira encendida, desde el estado de
depresión anímica o resentimiento hasta la desesperación suicida. A veces la
resistencia activa el cuerpo-dolor emocional y, en tal caso, cualquier roce sin
importancia puede producir una intensa negatividad en forma de ira, depresión o
una pena muy honda.
El ego cree que
puede manipular la realidad mediante la negatividad y conseguir lo que quiere.
Cree que la
negatividad le permite atraer un estado agradable o disolver un estado
desagradable.
Si «tú» —la
mente— no creyeras que la negatividad funciona, ¿para qué habrías de crearla?
La cuestión es que, de hecho, la negatividad no funciona. En lugar de atraer un
estado deseable, más bien le impide emerger. En lugar de disolver un estado
indeseable, lo mantiene en su lugar. La única «utilidad» de la negatividad es
fortalecer el ego, y por eso al ego le encanta.
Cuando estás
identificado con una emoción negativa no quieres soltarla, y en algún profundo
nivel inconsciente no deseas un cambio para mejor porque pondría en peligro tu
identidad de persona deprimida, enfadada o maltratada. Entonces ignorarás,
negarás o sabotearás lo positivo de tu vida. Éste es un fenómeno bastante
común. Y una locura.
OBSERVA CUALQUIER PLANTA O ANIMAL Y PERMITE QUE TE ENSEÑE A ACEPTAR LO QUE ES, a rendirte al ahora.
Deja que te
enseñe a Ser. Deja que te enseñe integridad, qué significa ser uno mismo, ser
real.
Deja que te
enseñe a vivir y a morir, y a no hacer
un problema de la vida y de la muerte.
Las emociones
negativas recurrentes contienen a veces un mensaje, como también lo contienen
las enfermedades. Pero cualquier cambio que introduzcas, tanto si tiene que ver
con tu trabajo como si afecta a tus relaciones o a tu entorno, será superficial
a menos que surja de un cambio en tu nivel de conciencia. Y en cuanto a eso
sólo puedo aconsejarte una cosa: mantente más presente. Cuando hayas alcanzado
cierto grado de presencia, ya no necesitarás que la negatividad te indique qué necesita
tu situación de vida.
Pero mientras la
negatividad esté ahí, úsala. Úsala como recordatorio de que has de estar más
presente.
CUANDO SIENTAS
SURGIR LA NEGATIVIDAD EN TU INTERIOR, tanto si está
causada por algo externo como si está provocada por un pensamiento o por nada
concreto de lo que seas consciente, considérala una voz que te dice: «Atención.
Aquí y ahora. Despierta. Sal de tu mente. Mantente presente.»
Hasta la más leve
irritación es significativa y tiene que ser reconocida y registrada para que no
haya una acumulación de reacciones no observadas.
Es posible que al
darte cuenta de que no quieres tener ese campo energético negativo en tu
interior, de que no tiene ningún propósito, simplemente renuncies a él. Pero,
si es así, asegúrate de soltarlo completamente. Si no puedes hacerlo, acepta
que está ahí y lleva tu atención a la sensación.
COMO ALTERNATIVA, PUEDES HACER DESAPARECER LA EMOCIÓN NEGATIVA imaginándote que
te has vuelto transparente a la causa externa de esa reacción.
Te recomiendo que
al principio lo practiques con cosas pequeñas, incluso triviales. Digamos que
estás tranquilamente sentado en tu casa. De repente oyes el sonido penetrante
de una alarma de automóvil que suena en la calle. Surge la irritación. ¿Qué
propósito tiene esa irritación? Ninguno en absoluto. ¿Por qué la has creado? No
la has creado, la ha creado tu mente. Ha sido una reacción totalmente
automática, totalmente inconsciente.
¿Por qué la ha
creado la mente? Porque cree inconscientemente que esa resistencia, que tú experimentas
como negatividad o infelicidad, disolverá en cierto modo la situación
indeseable. Esto, evidentemente, es una ilusión. La resistencia creada por la
reacción —la irritación o el enfado, en este caso— es mucho más molesta que la
causa original que está tratando de disolver.
Todo esto puede
transformarse en una práctica espiritual.
SIÉNTETE COMO SI TE ESTUVIESES VOLVIENDO TRANSPARENTE, por
así decirlo; como si no tuvieras la solidez de un cuerpo material. Ahora
permite que el ruido, o cualquiera que sea la causa de la reacción negativa, te
atraviese. Ya no golpea con una «pared» sólida en tu interior.
Como he dicho, al
principio es mejor practicar con cosas pequeñas: la alarma del coche, el
ladrido del perro, los gritos de los niños, el atasco de tráfico. En lugar de
tener un muro de resistencia dentro de ti, golpeado constantemente por cosas
«que no deberían estar ocurriendo», deja que todo te atraviese.
Imagina que
alguien te dice algo grosero o con intención de molestarte. En lugar de caer en
la reacción inconsciente y en la negatividad, en lugar de atacar, ponerte a la
defensiva o retirarte, deja que las palabras te atraviesen limpiamente. No
ofrezcas resistencia. Es como si ya no hubiera nadie que pudiera sentirse
herido. Eso es perdón. Así es como te vuelves invulnerable.
Puedes seguir
diciendo a esa persona que su conducta es inaceptable, si eso es lo que eliges.
Pero esa persona ya no tiene el poder de controlar tu estado interno. Entonces
eres dueño de ti mismo, no estás bajo el poder de otra persona, y tampoco te
dejas controlar por tu mente. Tanto si se trata de una alarma de automóvil, de
una persona grosera, de una inundación, un terremoto o de la pérdida de todas
tus posesiones, el mecanismo de resistencia es el mismo.
Sigues buscando
fuera y no puedes dejar de buscar. Quizás el próximo curso tengas la respuesta;
quizás esa nueva técnica. A ti, personalmente, te digo:
NO BUSQUES LA PAZ. No busques
ningún estado diferente del que tienes; así no producirás conflicto interno ni
resistencias inconscientes.
Perdónate por no
estar en paz. En el momento en que aceptas completamente tu falta de paz, la
no-paz se transforma en paz. Cualquier cosa que aceptes plenamente te llevará
allí, al estado de paz. Éste es el milagro de la rendición.
Cuando aceptas lo
que es, cada momento es el mejor. Eso es iluminación.
LA NATURALEZA DE LA COMPASIÓN
CUANDO HAS IDO MÁS ALLÁ DE LOS OPUESTOS MENTALES, te
vuelves como un profundo lago. La situación externa de tu vida, y lo que ocurra
allí, es la superficie del lago. A veces está en calma, otras veces agitada,
dependiendo de los ciclos y las estaciones. Sin embargo, en lo profundo, el
lago siempre permanece inalterado. Tú eres todo el lago, no sólo la superficie,
y estás en contacto con tu propia profundidad, que permanece absolutamente
quieta.
No te resistes al
cambio aferrándote mentalmente a ninguna situación. Tu paz interna no depende
de ello. Habitas en el Ser —inmutable, intemporal, inmortal— y ya no dependes
del mundo externo, de las formas eternamente cambiantes, para sentirte feliz o
satisfecho. Puedes disfrutar de las formas, jugar con ellas, crear nuevas
formas, apreciar la belleza de las cosas..., pero no necesitas apegarte a nada.
Mientras no seas
consciente de Ser, la realidad de los demás seres humanos te evitará porque aún
no has encontrado la tuya. Tu mente aceptará o rechazará la forma de los demás,
que no es sólo su cuerpo; también incluye su mente. La verdadera relación sólo
es posible cuando tienes conciencia de Ser.
Viniendo del Ser,
percibirás el cuerpo y la mente de la otra persona como si sólo fueran una
pantalla detrás de la cual puedes sentir su verdadera realidad, como sientes la
tuya. Por eso, cuando tengas que afrontar el sufrimiento de otra persona o su
conducta inconsciente, te mantendrás presente y en contacto con el Ser, y serás
capaz de mirar más allá de la forma y de sentir el Ser puro y radiante de la
otra persona a través del tuyo.
En el nivel del
Ser, uno reconoce que todo sufrimiento es ilusorio. El sufrimiento se debe
únicamente a la identificación con la forma. A veces, cuando la persona está
preparada, el despertar de la conciencia de Ser produce curaciones milagrosas.
La compasión es
la conciencia del vínculo profundo que te une a todas las criaturas. La próxima
vez que digas «no tengo nada en común con esa persona», recuerda que sí tienes
mucho en común: dentro de unos pocos años —que sean dos o setenta no supone una
gran diferencia— ambos os habréis convertido en cadáveres en putrefacción,
después en montones de polvo y más adelante en nada en absoluto. Esta toma de
conciencia fomenta un sentimiento de cordura y humildad y no deja lugar al
orgullo. ¿Es éste un pensamiento negativo? No, es un hecho. ¿Por qué darle la
espalda? En este sentido, existe una igualdad total entre tú y todas las demás
criaturas.
UNA DE LAS PRÁCTICAS ESPIRITUALES MÁS PODEROSAS es la de meditar
profundamente en la mortalidad de las formas físicas, incluida la propia. A
esto se le llama «morir antes de morir».
Entra en esta
práctica profundamente. Tu forma física se está disolviendo, deja de ser.
Después llega un momento en que todas las formas mentales o pensamientos
también mueren. Sin embargo, tú, la presencia divina que eres, sigues estando
allí. Radiante, plenamente despierto.
Nada real ha
muerto jamás; sólo los nombres, las formas y las ilusiones.
En este nivel
profundo, la compasión se convierte en sanación en su sentido más amplio. En
ese estado, tu influencia sanadora no se basa fundamentalmente en el hacer,
sino en el ser. Todas las personas con las que entres en contacto se sentirán
tocadas por tu presencia y afectadas por
la paz que emanas, seas consciente de ello o no.
Cuando estás
plenamente presente y la gente que te rodea muestra una conducta inconsciente,
no sientes la necesidad de reaccionar a ella porque no le concedes el carácter
de realidad. Tu paz es tan profunda y vasta que cualquier cosa que no sea paz
desaparece en su seno como si nunca hubiera existido. Esto rompe el ciclo
kármico de acción y reacción.
Los animales, los
árboles y las flores sentirán tu paz y responderán a ella. Enseñas mediante tu
ser, demostrando la paz de Dios.
Te conviertes en
la «luz del mundo», una emanación de conciencia pura, y por tanto eliminas el
sufrimiento de raíz. Eliminas la inconsciencia del mundo.
LA SABIDURÍA DE
LA RENDICIÓN
La cualidad de tu
conciencia en este momento es el principal determinante del tipo de futuro que
experimentarás; por tanto, rendirte es la cosa más importante que puedes hacer
para provocar un cambio positivo. Cualquier acción que emprendas es secundaria.
Ninguna acción verdaderamente positiva puede surgir de un estado de conciencia
que no sea de rendición.
Para algunas
personas, la rendición puede tener una connotación negativa que implica
derrota, renuncia, incapacidad de responder a las pruebas de la vida, letargo,
etc. La verdadera rendición, no obstante, es algo totalmente diferente. No
significa soportar pasivamente cualquier situación en la que te encuentres sin
hacer nada al respecto. Tampoco significa dejar de hacer planes o de iniciar
acciones positivas.
LA RENDICIÓN ES UNA SABIDURÍA SIMPLE pero profunda
que implica ceder más que oponerse al flujo de la vida. El único lugar donde
puedes experimentar el flujo de la vida es el ahora; por tanto, rendirse es
aceptar el momento presente incondicionalmente y sin reservas. Es renunciar a
la resistencia interna a lo que es.
Resistirse
internamente es decir «no» a lo que es mediante el juicio mental y la
negatividad emocional. La resistencia suele agudizarse cuando las cosas «van mal»,
lo que significa que hay una distancia entre las demandas o rígidas
expectativas de tu mente y lo que es. En esa brecha anida el dolor.
Si has vivido lo
suficiente, sabrás que las cosas «van mal» con bastante frecuencia. Es
precisamente en esos momentos cuando tienes que rendirte si quieres eliminar el
dolor y el sufrimiento de tu vida. La aceptación de lo que es te libera
inmediatamente de tu identificación mental y vuelve a conectarte con el Ser. La
resistencia es la mente.
La rendición es
un fenómeno puramente interno, que no implica que en lo externo no puedas
emprender acciones para cambiar la situación.
De hecho, para
rendirte no tienes que aceptar la situación general, sino sólo el pequeño
segmento llamado el ahora. Por ejemplo, si mientras vas conduciendo por el
campo te quedas atascado en medio del barro, no dirás: «Vale, me resigno a
quedarme atascado.» Resignación no es rendición.
NO TIENES POR QUÉ
ACEPTAR UNA SITUACIÓN DE VIDA DESAGRADABLE O INDESEABLE. Tampoco tienes
que engañarte y decirte que no tiene nada de malo. No. Reconoces plenamente que
quieres salir de ella, y entonces limitas tu atención al momento presente sin ponerle ninguna etiqueta
mental.
Eso significa que
no hay juicio sobre el ahora. Por tanto, no hay resistencia ni negatividad
emocional. Aceptas el momento tal como es.
Después te pones
en acción y haces todo lo posible por salir de la situación.
Eso es lo que
denomino acción positiva. Es mucho más eficaz que la acción negativa, surgida
de la ira, de la desesperación o de la frustración. Hasta alcanzar el resultado
deseado, continúas practicando la rendición negándote a etiquetar el ahora.
Permíteme una
analogía visual para ilustrar el punto que estoy tratando de exponer. Vas
caminando de noche por un sendero y estás rodeado por una densa niebla. Pero
tienes una linterna muy potente que la atraviesa y crea un espacio estrecho y
claro frente a ti. La niebla es tu situación de vida, que incluye el pasado y
el futuro; la linterna es tu presencia consciente; el espacio claro es el
ahora.
La no-rendición
endurece tu forma psicológica, el caparazón del ego, creando así una fuerte
sensación de separación. El mundo que te rodea, y en particular la gente,
pueden parecerte amenazantes. Surge una necesidad compulsiva inconsciente de destruir
a los demás mediante juicios, y también la de competir y dominar. Hasta la
naturaleza se convierte en tu enemigo, porque tus percepciones e
interpretaciones están gobernadas por el miedo. La enfermedad mental que
llamamos paranoia sólo es una forma un poco más aguda de este estado de
conciencia, normal pero disfuncional.
No sólo tu forma
psicológica, sino también tu forma física, tu cuerpo, se endurece y se pone
rígido a causa de la resistencia. Surge tensión en distintas partes del cuerpo
y éste en su totalidad se contrae. El libre flujo de energías corporales, que
es esencial para la salud, queda muy restringido.
El trabajo
corporal y ciertos tipos de terapia física pueden ayudar a recuperar el flujo,
pero, a menos que practiques la rendición en la vida cotidiana, esas terapias
se limitan a aliviar los síntomas de forma pasajera, porque la causa de la
tensión —el patrón de resistencia— no se ha disuelto.
Hay algo dentro
de ti que no es afectado por las circunstancias pasajeras que conforman tu
situación de vida, y sólo la rendición te permite acceder a ello. Es tu vida,
tu Ser mismo, que existe eternamente en el reino intemporal del presente.
CUANDO TU SITUACIÓN DE VIDA TE RESULTA INSATISFACTORIA o incluso
intolerable, sólo si empiezas por rendirte podrás romper el patrón de
resistencia inconsciente que perpetúa esa situación.
La rendición es
perfectamente compatible con la acción, con iniciar cambios o alcanzar
objetivos.
Pero, en el
estado de rendición, tu acción fluye desde una energía completamente diferente,
de otra cualidad. La rendición te conecta con la fuente-energía del Ser, y tu
hacer, imbuido de Ser, se convierte en una alegre celebración de la energía de
vida que te lleva más profundamente al ahora.
La no-resistencia
realza enormemente la cualidad de tu conciencia y, por tanto, la cualidad de
cualquier cosa que estés haciendo o creando. Entonces los resultados vendrán
por sí mismos y reflejarán esa cualidad. A esto lo podríamos denominar «acción
rendida».
EN EL ESTADO DE
RENDICIÓN,
ves con claridad lo que hay que hacer y empiezas a actuar; vas haciendo una
cosa cada vez, te centras en una cosa cada vez.
Aprende de la
naturaleza: observa cómo se hace todo y cómo se despliega el milagro de la vida
sin insatisfacción ni infelicidad.
Por esta razón
Jesús dijo: «Mira los lirios del campo, cómo crecen; ni se afanan ni se
enredan.»
SI TU SITUACIÓN GENERAL ES INSATISFACTORIA o desagradable,
separa este instante y ríndete a lo que es. Ésta es la linterna que te permite
ver en la niebla. Entonces tu estado de conciencia deja de estar controlado por
las condiciones externas. Ya no partes desde un estado de reacción y
resistencia. Después observa las características específicas de la situación.
Pregúntate: «¿Hay algo que pueda hacer para cambiar la situación, mejorarla o
apartarme de ella?» Si es así, emprende la acción apropiada.
No te centres en
las cien cosas que vas a tener que hacer o que tal vez tengas que hacer en el
futuro, sino en la única cosa que puedes hacer ahora. Eso no significa que no
debas planificar. Podría muy bien ocurrir que lo que tengas que hacer ahora
mismo sea planificar. Pero asegúrate de no empezar a crear «películas mentales»
que te proyecten continuamente hacia el futuro, perdiendo de ese modo el ahora.
Cualquier acción que emprendas puede no dar fruto inmediatamente. Hasta que lo
haga, no te resistas a lo que es.
SI NO PUEDES HACER NADA y tampoco
consigues salir de la situación, úsala para entrar más profundamente en la
rendición, más profundamente en el ahora, más profundamente en el Ser.
Cuando entras en
esta dimensión intemporal del presente, a menudo el cambio se presenta de
maneras extrañas, sin necesidad de hacer gran cosa por tu parte. La vida se
muestra servicial y cooperativa. Si había factores internos, como el miedo, la
culpa o la inercia, que te impedían actuar, se disolverán a la luz de tu
presencia consciente.
No confundas la
rendición con una actitud de «ya nada me puede molestar» o «las cosas ya no me
importan». Si la miras de cerca, verás que tal postura está teñida de
negatividad en forma de resentimiento oculto, de modo que no es rendición, sino
resistencia enmascarada.
A medida que te
vayas rindiendo, dirige tu atención hacia dentro para comprobar si te queda
algún rastro de resistencia. Mantente muy alerta cuando lo hagas; de otro modo,
una bolsa de resistencia puede seguir escondida en algún rincón oscuro en forma
de un pensamiento o emoción no reconocidos.
DE LA ENERGÍA
MENTAL A LA ENERGÍA ESPIRITUAL
EMPIEZA POR RECONOCER QUE HAY RESISTENCIA.
Estáte presente cuando
ocurra, cuando surja la resistencia. Observa cómo la crea tu mente, cómo
etiqueta la situación, a ti mismo, a los demás. Observa el proceso de
pensamiento implicado. Siente la energía de la emoción.
Siendo testigo de
la resistencia comprobarás que no tiene ninguna utilidad. Al centrar toda tu
atención en el ahora, la resistencia inconsciente se hace consciente y ése es
su fin.
No puedes ser
consciente e infeliz, consciente y negativo. La negatividad, la infelicidad o
el sufrimiento, sean del tipo que sean, indican que hay resistencia, y la
resistencia siempre es inconsciente.
¿Elegirías la
infelicidad? Y si no la has elegido, ¿cómo es que ha surgido? ¿Cuál es su
propósito? ¿Quién la mantiene viva?
Aunque seas
consciente de tus sentimientos de infelicidad, lo cierto es que te has
identificado con ellos y mantienes vivo el proceso de identificación mediante
el pensamiento compulsivo. Todo eso es inconsciente. Si fuese consciente, es
decir, si estuvieses completamente presente en el ahora, toda negatividad se
disolvería casi instantáneamente. No podría sobrevivir en tu presencia. Sólo
puede sobrevivir en tu ausencia.
Ni siquiera el
cuerpo-dolor puede sobrevivir mucho tiempo en tu presencia. Mantienes viva tu
infelicidad dándole tiempo. Esa es su sangre de vida. Si retiras el tiempo
mediante una intensa conciencia del momento presente, se muere. Pero ¿quieres
que muera? ¿Estás seguro de que has tenido suficiente? ¿Quién serías sin tu
infelicidad?
Hasta que
practicas la rendición, la dimensión espiritual es algo sobre lo que lees,
sobre lo que hablas, algo sobre lo que escribes libros y que te estimula, algo
en lo que piensas, algo en lo que crees o no crees, según el caso. Todo lo
anterior no supone ninguna diferencia.
No HASTA QUE
LA RENDICIÓN hace que se vuelva una realidad en tu vida.
Cuando te rindes,
la energía que emanas y que a partir de ese momento dirige tu vida es de una
frecuencia vibratoria mucho más elevada que la energía mental que gobierna el
mundo.
A través de la rendición, la energía
espiritual entra en este mundo. No genera sufrimiento para ti, para los demás
seres humanos ni para el resto de los
seres vivos del planeta.
RENDICIÓN EN LAS RELACIONES PERSONALES
Es cierto que
sólo una persona inconsciente intentará usar o manipular a las demás, pero es
igualmente cierto que sólo una persona inconsciente puede ser usada y
manipulada. Si te resistes o luchas contra el comportamiento inconsciente de
otros, tú mismo te vuelves inconsciente.
Pero rendirte no
significa permitir que te utilice la gente inconsciente. En absoluto. Es
perfectamente posible decir «no» a una persona con firmeza y claridad o salir
de una situación estando, al mismo tiempo, en un estado interno de completa
no-resistencia.
CUANDO DICES «NO»
a una
persona o situación, esa negativa no ha de venir de la reacción, sino de la
intuición, de una toma de conciencia clara de lo que es correcto para ti en ese
momento.
Haz que sea un
«no» no-reactivo, un «no» de alta calidad, un «no» libre de toda negatividad
que no cree más sufrimiento.
Si no puedes
rendirte, actúa inmediatamente: expresa tu queja, haz algo que pueda cambiar la
situación, o retírate de ella. Asume la responsabilidad de tu vida.
No contamines tu
hermoso y radiante Ser interno ni la Tierra con negatividad. No des a la infelicidad,
en ninguna de sus formas, un lugar donde habitar en tu interior.
SI NO PUEDES EMPRENDER UNA ACCIÓN, por
ejemplo porque estás en prisión, entonces te quedan dos opciones: resistencia o
rendición. El cautiverio o la libertad interna de las condiciones externas. El
sufrimiento o la paz interna.
La rendición hará
que tus relaciones cambien profundamente. Si no puedes aceptar lo que es, eso
implica que nunca puedes aceptar a las personas como son. Las juzgarás, las
criticarás, las etiquetarás, las rechazarás o intentarás cambiarlas.
Además, si siempre haces del ahora un
medio para un fin futuro, también convertirás a cada persona con la que te
encuentres o con la que te relaciones en un medio para un fin. La relación —el
ser humano— será entonces de una importancia secundaria para ti, o no tendrá
ninguna importancia. Lo primordial será lo que puedas sacar de la relación, sea
una ganancia material, una sensación de poder, placer físico o algún tipo de
gratificación para el ego. Dejadme ilustrar cómo puede funcionar la rendición
en las relaciones.
CUANDO TE VEAS ENVUELTO EN UNA DISCUSIÓN o en alguna
situación conflictiva, tal vez con tu pareja u otra persona cercana a ti,
empieza por observar cómo te pones a la defensiva cuando atacan tu posición, o
siente la fuerza de tu propia agresión cuando atacas la posición de la otra
persona.
Observa el apego
a tus puntos de vista y opiniones. Siente la energía emocional-mental que está
detrás de tu necesidad de tener razón y de señalar que la otra persona está
equivocada. Ésa es la energía de tu mente egotista. La haces consciente
reconociéndola, sintiéndola tan plenamente como puedas.
Entonces, un día,
en medio de una discusión, de repente te darás cuenta de que tienes una opción,
y quizá decidas abandonar tu reacción simplemente para ver qué pasa. Te rindes.
No me refiero a
que dejas de reaccionar diciendo verbalmente: «De acuerdo, tienes razón», con
una mirada condescendiente que en realidad está diciendo: «Estoy por encima de
esta inconsciencia infantil.» Así sólo consigues desplazar la resistencia a
otro terreno, con lo que la mente egotista sigue estando al mando y
reivindicando su superioridad. Estoy hablando de soltar todo el campo de
energía mental-emocional que estaba luchando por el poder en tu interior.
El ego es astuto;
por eso tienes que estar muy alerta, muy presente, y ser totalmente honesto
contigo mismo para ver si realmente has renunciado a tu identificación con una
posición mental, liberándote así de la mente.
SI TE SIENTES DE REPENTE MUY LIGERO, DIÁFANO Y EN PROFUNDA
PAZ,
eso es una señal inequívoca de que te has rendido realmente. Observa entonces
lo que le ocurre a la posición mental de la otra persona cuando dejas de
energetizarla mediante la resistencia. Cuando la identificación con las
posiciones mentales se deja de lado, comienza la verdadera comunicación.
No resistirse no
significa necesariamente no hacer nada. Lo único que implica es que la «acción»
no va a ser reactiva. Recuerda la profunda sabiduría que subyace en la práctica
oriental de las artes marciales: no te resistas a la fuerza del oponente. Cede
para vencer.
«No hacer nada»
cuando estás en un estado de intensa presencia es un poderoso transformador que
sana a las personas y las situaciones.
Es radicalmente
diferente de la inactividad en el estado de conciencia ordinario —o más bien de
inconsciencia— que surge del miedo, de la inercia o de la indecisión. El
verdadero «no hacer nada» implica ausencia de resistencia interna e intensa
alerta. Por otra parte, si es necesario actuar, ya no reaccionarás desde tu
mente condicionada, sino que responderás a la situación desde tu presencia
consciente. En ese estado, tu mente está libre de conceptos, incluyendo el
concepto de no-violencia. De modo que..., ¿quién puede predecir lo que harás?
El ego cree que
la fuerza reside en resistirse, cuando en realidad la resistencia te separa del
Ser, el único estado de verdadero poder. La resistencia es debilidad y miedo
disfrazados de fuerza. Lo que el ego considera debilidad es tu Ser en toda su
pureza, inocencia y poder. Lo que consideras fuerza es debilidad. Por tanto, el
ego existe y se mantiene mediante la resistencia continua, y representa papeles
falsos para encubrir tu «debilidad», que en realidad es tu poder.
Hasta que se
produce la rendición, buena parte de la interacción humana se limita a cumplir
papeles inconscientes. Cuando te rindes, ya no necesitas las máscaras del ego
ni sus defensas. Te vuelves muy simple, muy real. «Eso es peligroso», dice el
ego. «Te sentirás herido. Serás muy vulnerable.»
Lo que el ego no
sabe, por supuesto, es que sólo abandonando la resistencia, haciéndote
«vulnerable», puedes descubrir tu verdadera y esencial in-vulnerabilidad.
CAPÍTULO NUEVE
TRANSFORMAR LA ENFERMEDAD Y EL SUFRIMIENTO
TRANSFORMAR LA
ENFERMEDAD EN ILUMINACIÓN
La rendición es
aceptación interna y sin reservas de lo que es. Estamos hablando de tu vida —de
este instante—, no de las condiciones o circunstancias de tu vida, no de lo que
yo llamo tu situación de vida.
La enfermedad es
parte de tu situación de vida y, como tal, tiene un pasado y un futuro. Pero el
pasado y el futuro formarán un continuo ininterrumpido, a menos que actives el
poder redentor del ahora mediante tu presencia consciente. Como sabes, bajo los
diversos estados que conforman tu situación de vida, que existen en el tiempo,
hay algo más profundo y esencial: tu Vida, tu Ser en el ahora intemporal.
Como en el ahora
no hay problemas, tampoco hay enfermedades. Creyendo en la etiqueta que alguien
adhiere a tu malestar, le das fuerza, prolongas la enfermedad y creas una
realidad aparentemente sólida de lo que sólo era un desequilibrio temporal. Le
das realidad y solidez, y una continuidad en el tiempo que antes no tenía.
CENTRÁNDOTE EN
ESTE INSTANTE
y evitando etiquetar la enfermedad mentalmente, ésta queda reducida a uno o
varios de los siguientes factores: dolor físico, debilidad, incomodidad o
incapacidad. Y eso es a lo que te rindes ahora, y no a la idea de que estás
«enfermo».
Permite que el
sufrimiento te obligue a estar en el momento presente, en un estado de intensa
presencia consciente. Usa la enfermedad para iluminarte.
La rendición no
transforma lo que es, al menos no directamente. La rendición te transforma a
ti. Cuando tú te transformas, todo tu mundo se transforma, porque el mundo sólo
es un reflejo.
La enfermedad no
es un problema. Mientras la mente egotista tenga el control, el problema eres
tú.
CUANDO ESTÉS ENFERMO O INCAPACITADO, no te sientas
fracasado, no te sientas culpable. No culpes a la vida por haberte tratado
injustamente, pero tampoco te culpes a ti mismo. Todo eso son resistencias.
Si tienes una enfermedad grave, úsala
para iluminarte. Cualquier cosa «mala» que te pase en la vida, úsala para
iluminarte.
Retira tiempo de
la enfermedad. No le des ningún pasado ni ningún futuro. Deja que te obligue a
estar intensamente presente en la conciencia del momento y observa qué ocurre.
Conviértete en un
alquimista: transmuta el metal inferior en oro, el sufrimiento en conciencia,
el desastre en iluminación.
¿Estás muy
enfermo y te sientes enfadado por lo que acabo de decir? Entonces está claro
que te has identificado con la enfermedad y que ahora estás protegiendo tu
identidad, además de proteger la enfermedad.
La condición que
denominamos «enfermedad» no tiene nada que ver con tu ser real.
Cuando te ocurra
un desastre o algo vaya muy «mal» —enfermedades, incapacidad, pérdida del
hogar, de la fortuna o de la identidad social, la ruptura de una relación
íntima, la muerte o el sufrimiento de un ser querido, o la inminencia de tu
propia muerte— has de saber que esa situación también tiene otro aspecto y que
estás a solo un paso de algo increíble: una transmutación alquímica completa
del metal inferior del dolor y el sufrimiento en oro. Ese paso se llama
rendición.
No quiero decir
que te sentirás feliz en esa situación. No será así. Pero el miedo y la pena se
transmutarán en una paz interna y una serenidad que vienen de un lugar muy
profundo: del No Manifestado mismo. Es la «paz de Dios que sobrepasa todo
entendimiento». Comparada con ella, la felicidad es algo bastante superficial.
Junto con esta
paz radiante llega la comprensión —no a nivel mental, sino al nivel profundo
del Ser— de que eres indestructible, inmortal. No se trata de una creencia. Es
una certeza absoluta que no necesita pruebas externas ni comprobaciones
ulteriores.
LA TRANSFORMACIÓN
DEL SUFRIMIENTO EN PAZ
En algunas
situaciones extremas puede que te resulte imposible aceptar el ahora. Pero la
rendición siempre te ofrece una segunda oportunidad.
TU PRIMERA OPORTUNIDAD CONSISTE EN
RENDIRTE cada
momento a la realidad de ese momento. Sabiendo que lo que es no puede
deshacerse —porque ya es—, dices sí a lo que es o aceptas lo que no es.
Entonces haces lo
que tienes que hacer, lo que la situación requiera.
Si te mantienes
en este estado de aceptación, no crearás más negatividad, ni más sufrimiento,
ni más infelicidad. Vives en un estado de no-resistencia, en un estado de
gracia y ligereza, libre de luchas.
Cuando no eres capaz de hacerlo así,
cuando pierdes esta primera oportunidad, bien porque no eres capaz de generar
suficiente presencia consciente para impedir que surja algún patrón de
resistencia habitual, o bien porque la situación es tan extrema que te resulta
absolutamente inaceptable, entonces estarás generando dolor, sufrimiento de
algún tipo.
Podría parecer
que la situación está creando el sufrimiento, pero en último término no es así:
la responsable es tu resistencia.
ÉSTA ES TU SEGUNDA OPORTUNIDAD DE
RENDIRTE:
si no
puedes aceptar lo de fuera, entonces acepta lo de dentro. Si no puedes aceptar
la situación externa, acepta la situación interna.
Esto significa:
no te resistas al dolor. Permítelo. Ríndete al dolor, a la desesperación, al
miedo, a la soledad o a cualquier forma que adopte el sufrimiento. Obsérvalo
sin etiquetarlo mentalmente. Abrázalo.
A continuación
observa cómo el milagro de la rendición transmuta el sufrimiento profundo en
paz profunda. Ésta es tu crucifixión. Deja que se convierta también en tu
resurrección y ascensión.
Cuando sientas un
dolor profundo, toda charla sobre la rendición probablemente te parecerá
intrascendente y sin sentido. Si sientes un dolor profundo, lo más probable es
que te surja un fuerte impulso de escapar de él, no de rendirte a él. No
quieres sentir lo que sientes. ¿Qué podría ser más normal? Pero no hay
escapatoria, no hay salida.
Puede que haya
seudo-escapes: el trabajo, la bebida, las drogas, enfadarte, proyectar el
dolor..., pero no te liberan del dolor. La intensidad del sufrimiento no
disminuye cuando lo haces inconsciente. Cuando niegas el dolor emocional, lo
que haces o piensas, e incluso tus relaciones, todo queda contaminado por él.
Lo emites, por así decirlo, pues es la energía que emana de ti, y los demás lo
notarán subliminalmente.
Si son
inconscientes, puede que se sientan obligados a atacarte o herirte de algún
modo, o puede que tú les hieras al proyectar inconscientemente tu dolor. Atraes
y manifiestas lo que corresponde a tu estado interno.
CUANDO NO HAY ESCAPATORIA, EXISTE UN CAMINO QUE
PERMITE
ATRAVESAR EL DOLOR; por tanto, no te alejes de él. Afróntalo. Siéntelo
plenamente. Siéntelo, ¡no pienses en él! Exprésalo si es necesario, pero no crees un guión mental con el
dolor. Pon toda tu atención en lo
que sientes, no en la persona, evento o situación que parece causarlo.
No dejes que la
mente use el dolor para crearse con él una identidad de víctima. Compadecerte
de ti mismo y contar tu historia a los demás te mantendrá atrapado en el
sufrimiento.
Como es imposible
huir del sentimiento, la única posibilidad de cambio es entrar en él; si no lo
haces, no cambiará nada.
Por tanto,
concede toda la atención a lo que
sientes y evita etiquetarlo mentalmente. Al entrar en el sentimiento, mantente intensamente
alerta. Puede que al principio parezca un lugar oscuro y terrorífico, pero
cuando sientas el impulso de huir de él, obsérvalo sin hacer nada. Continúa
manteniendo la atención en el dolor, sigue sintiendo la pena, el miedo, el
pavor, la soledad..., lo que estés sintiendo.
Mantente alerta,
sigue estando presente, presente con todo tu ser, con cada célula de tu cuerpo.
Al hacerlo, estás llevando una luz a esa oscuridad: ésa es la llama de tu
conciencia.
Llegado a esta
etapa, no hace falta que te preocupes de la rendición. Ya ha ocurrido. ¿Cómo?
Plena atención es plena aceptación, es rendición. Dando a lo que sientes toda
tu atención, usas el poder del ahora, que es el poder de tu presencia.
Este poder no
permite que sobrevivan resistencias ocultas. La presencia erradica el tiempo, y
sin tiempo no pueden sobrevivir el sufrimiento y la negatividad.
LA ACEPTACIÓN DEL
SUFRIMIENTO es
un viaje hacia la muerte. Afrontar el dolor profundo, dejarlo ser, poner tu
atención en él, es entrar en la muerte conscientemente. Cuando hayas muerto esa
muerte, te darás cuenta de que no hay muerte y no hay nada que temer. Sólo
muere el ego.
Imagina un rayo
de sol que ha olvidado que es parte inseparable del Sol y se engaña creyendo
que tiene que luchar por sobrevivir, construirse una identidad diferente a la
del Sol y aferrarse a ella. ¿No sería la muerte de esa ilusión increíblemente
liberadora?
¿QUIERES TENER UNA MUERTE FÁCIL? ¿Prefieres morir
sin dolor, sin agonía? Entonces muere al pasado a cada instante, y deja que la
luz de tu presencia retire el viejo yo pesado y ligado al tiempo que pensabas
que eras «tú».
EL CAMINO DE LA
CRUZ
LA ILUMINACIÓN
MEDIANTE EL SUFRIMIENTO
El camino de la
cruz es el antiguo camino hacia la iluminación y, hasta hace poco, era el único
existente. Pero no lo descartes ni menosprecies su eficacia, porque todavía
funciona.
El camino de la
cruz requiere una inversión completa. Significa que la peor cosa de tu vida, tu
cruz, se convierte en lo mejor que te ha ocurrido, porque te obliga a rendirte,
a «morir», te fuerza a convertirte en nada, a ser como Dios, porque también
Dios es una no-cosa, una nada.
La iluminación
mediante el sufrimiento —el camino de la cruz— implica entrar en el reino de
los cielos gritando y pataleando. Finalmente te rindes porque ya no puedes
soportar el dolor, pero el dolor podría prolongarse mucho tiempo hasta que eso
ocurra.
ELEGIR CONSCIENTEMENTE LA ILUMINACIÓN significa
renunciar al pasado y al futuro y hacer del ahora el foco principal de tu vida.
Significa elegir habitar en el estado de presencia más que en el tiempo.
Significa decir sí
a lo que es. Entonces ya no necesitas el dolor.
¿Cuánto tiempo
más crees que necesitas antes de poder decir: «Ya no crearé más dolor, más
sufrimiento?» ¿Cuánto dolor más necesitas antes de poder tomar esa decisión?
Si crees que te
hace falta más tiempo, lo tendrás, y también tendrás más dolor. El tiempo y el
dolor son inseparables.
EL PODER DE ELEGIR
La elección
requiere conciencia, un elevado grado de conciencia. Sin ella, no hay elección.
La elección comienza cuando dejas de identificarte con la mente y con sus
patrones condicionados, se inicia en el momento en que puedes estar presente.
Hasta llegar a
ese punto, espiritualmente eres inconsciente. Eso significa que estás obligado
a pensar, sentir y actuar de cierto modo que concuerda con tu condicionamiento
mental.
Nadie elige la
disfunción, el conflicto, el dolor. Nadie elige la locura. Ocurren porque no
hay suficiente presencia para disolver el pasado, porque no hay suficiente luz
para disipar la oscuridad. No estás plenamente aquí. Aún no has despertado del
todo. Mientras tanto, la mente condicionada dirige tu vida.
Asimismo, si eres
una de las muchas personas que tiene un problema con sus padres, si albergas
resentimiento por algo que hicieron o dejaron de hacer, aún sigues creyendo que
tuvieron elección, que podrían haber actuado de otro modo. Siempre parece que
la gente tiene una elección, pero eso es ilusorio. Mientras la mente, con sus
patrones ilusorios, dirija tu vida, mientras seas la mente, ¿qué opciones
tienes? Ninguna. Ni siquiera estás allí. El estado de identificación con la
mente es agudamente disfuncional. Es una forma de locura.
Casi todo el
mundo sufre esta enfermedad en distintos grados. En cuanto te das cuenta de
ello, no puede haber más resentimiento. ¿Cómo puedes estar resentido con
alguien que está enfermo? La única respuesta apropiada es la compasión.
Si estás dirigido
por tu mente, aunque no tengas elección, seguirás sufriendo las consecuencias
de tu inconsciencia y crearás más sufrimiento. Soportarás la carga del miedo,
del conflicto, de los problemas, del dolor. El sufrimiento así creado acabará
obligándote a salir del estado de inconsciencia.
NO PUEDES
PERDONARTE VERDADERAMENTE ni perdonar a
los demás mientras extraigas del pasado tu sentido de identidad. Sólo
accediendo al poder del ahora, que es tu propio poder, puede haber un verdadero
perdón. Esto quita poder al pasado, y te das cuenta realmente de que nada de lo
que hiciste, o de lo que se te hizo, podía dañar en lo más mínimo la radiante
esencia que eres.
Cuando te rindes a
lo que es y estás plenamente presente, el pasado ya no tiene ningún poder. Ya
no lo necesitas. La clave es la presencia. La clave es el ahora.
Puesto que la
resistencia es inseparable de la mente, renunciar a la resistencia —rendirse—
marca el fin de la etapa en la que la
mente es tu maestro el impostor que pretende ser «tú», el falso dios Todo
juicio y toda negatividad se disuelven.
Entonces se abre
el reino del Ser, que había quedado oscurecido por la mente.
De repente, surge
una gran quietud dentro de ti, la sensación de una paz insondable.
Y en esa paz hay
una gran alegría.
Y dentro de esa
alegría hay amor.
Y en su núcleo más interno está lo sagrado, lo
inconmensurable, eso que no puede ser nombrado.
AGRADECIMIENTOS
Mi más profundo
agradecimiento a Victoria Ritchie, Connie Kellough, Marc Alien y el equipo de
New World Library por su apoyo y la magnífica edición que han hecho de este
libro.
Agradezco
especialmente a todas aquellas personas que contribuyeron a promocionar y
apoyar mi ' libro El poder del ahora en sus primeras etapas. Mencionaré
sólo a algunos de ellos: Cathy Bordi, Marina Borusso, Randall Bradley, Ginna
Bell-Bragg, Tommy Chan, Greg Clifford, Steve Coe, Barbara Dempsey, Kim Eng,
Doug France, Joyce Franzee, Remi Frumkin, Wilma Fuchs, Stephen Gawtry, Pat
Gordon, Matthew y Joan Greenblatt, Jane Griffith, Surati Haarbrucker, Marilyn
Knipp, Nora Morin, Karen McPhee, Sandy Neufeld, Jim Nowak, Carey Parder, Carmen
Priolo, Usha Raetze, Joseph Roberts, Steve Ross, Sarah Runyen, Nikki Sachdeva,
Spar Street, Marshall y Barbara Thurber, y Brock Tully.
Quisiera expresar
también mi amor y gratitud a los dueños y los empleados de las innumerables
librerías privadas que con su esfuerzo han dado a conocer El poder del ahora
en todo el mundo. ¡Estáis haciendo un trabajo maravilloso! Muchas gracias a: Banyen Books, Vancouver , BC
Bodhi Tree Bookstore, Los Angeles ,
CA East-West Bookshop, Seattle , WA
East-West Bookshop, Mountain View, CA Greenhouse Books, Vancouver, BC Heaven on
Earth Book Store, Encinitas, CA New Age Books & Crystals, Calgary, AB Open
Secret Book Store, San Rafael, CA Thunderbird Book Store, Carmel, CA
Transitions Bookplace, Chicago, IL Watkins Bookshop, Londres, UK
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